jueves, 19 de agosto de 2021

Aventura y desventura

 

Aventura y desventura

de 

dos físicos viajeros

 

Parque Nacional Morrocoy

A Raúl Echeverríacompañero de viaje. 

Acto I

Al fin, el olor a mar de suave brisa liberada de sus entrañas lejanas hace presencia en mi ser. Columnas fugaces de palmeras compiten entre sí en el fondo del oleaje reventado en infinitas perlas blancas y cristalinas, suspendidas por segundos extendidos sobre el rojizo redondel que emana de la tarde, que lentamente se disipa. El jugueteo de las palmeras agota su introito en la escena playera indicando que nos enrumbamos a nuestro destino final. La tarde está fresca, quizás un poco más que de costumbre a pesar del agotamiento del largo viaje desde tierras tan lejanas; pudo ser también la suave sensación de la montaña que dejamos, que aún hace presencia en mis sentidos para mantener el equilibrio orgánico. Tarde dócil y fresca, que incita a libar las primeras espumosas en la taguara de costumbre a orilla de la vía; previamente, nos metimos dos lamparazos del mejor miche andino que nunca antes había saboreado, para entonar el cuerpo y aclarar la garganta, aunque el canto no lo he practicado ni me llame la atención; pero la larga conversa que nos esperaba esa noche, sí merecía unas cuerdas vocales bien preparadas.

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