lunes, 15 de noviembre de 2021

Amigos

Amigos por siempre

¡Qué bendición! Sin duda, es una gracia de la natura disponer de amigos así. Preocupados por un amigo muy querido como yo. Con ellos, en esta época de pandemias, me comunico constantemente con los dispositivos tecnológicos de punta de los últimos tiempos. Con ellos estoy al día de lo sucedido, lo que sucede y deja de acontecer, en el presente mundo globalizado. Cada uno me da su visión particular con magistral elocuencia. Algunas ideas encajan dentro del patrón que manejo, aunque muchas otras, no. Por eso, tengo amigos que reclaman mi proceder por no parecerme a sus imágenes y semejanzas. Unos se envalentonan conmigo por no participar en sus ratos recreativos, seguir sus líneas políticas e ideológicas, otros por no compartir sus pedagogías, y también tengo de aquellos con quienes discrepo por no adorar sus deidades. Unos tratan de introducirme en su línea editorial, en su filosofía de vida, otros en sus grupos de esparcimiento y licoreros. ¡Hasta una “piedra cervecera”, una “esquina caliente” y un “estadio” trataron de venderme un día! Es que me quieren igualitos a sus perfiles. Y se les agradece y entiende. Por supuesto, si somos amigos, es porque compartimos ideas similares, y por eso quieren convertirme en su gemelo virtual. Para eso son los amigos, ¡o no! Cada uno me tiene su molde preparado para reconfigurarme según sus propios preceptos. Tengo un amigo poeta que me ensalza con su prosa, otro pintor que me deslumbra con sus formas y colores, y un amigo escritor que me reinventa caminos nuevos que transitar. Y comparto y apruebo con emoción sus prosas, sus tonalidades y su verbo. También comparto símbolos, ecuaciones y teorías, con muy buenos amigos del campo científico. Tengo verdaderos amigos, panas de alta estima, labrados desde los inicios de mis tiempos; también otros, excelentes, conocidos en este último trecho que me encuentro transitando.

Muchos de esos amigos me aprecian tanto, que me quisieran ver a sus lados en sus candentes tertulias políticas arregla reinos y tumba mundos; lamentan mi ausencia en la última consagración religiosa de acercamiento al mundo celestial, y me extrañan en cada parranda existencial donde el infalible néctar de los dioses conduce las emociones.

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