La energía
Desde la visión científica, la energía reside en la esencia misma de las
partículas elementales (sin estructura) que conforman al Universo. Tales
partículas elementales tienen diversas propiedades; algunas tienen masa, carga eléctrica,
carga de color y espín; mientras otras, sólo tienen energía; y la energía se
puede transformar en masa y la masa se puede transformar en energía. Por
ejemplo, la luz está formada por partículas energéticas sin masa, conocida como
fotones; y los electrones y los protones de los átomos tiene masa y carga
eléctrica. Además, la materia misma tiene su contraparte conocida como
antimateria, que al reaccionar con la materia se transforman en energía.
Pero la energía también reside en las configuraciones (estructuras) de la materia, es decir en los diversos arreglos que adoptan las partículas elementales (como los quarks y los electrones) para formar bloques más complicados de materia (como átomos y moléculas). Las moléculas se unen para formar estructuras aún más complicadas como las células, y las células se juntan para formar superestructuras como los tejidos orgánicos y las neuronas; por ejemplo, en los seres vivos. Así que, cada vez que se crea una estructura más y más complicada, mayor será la cantidad de energía requerida para construirla y mayor será la cantidad de energía que tendrá acumulada ese sistema (vivo o inanimado). Sin embargo, no basta la energía para conformar estructuras materiales, existe otra cosa conocida por los físicos como la entropía, que se encarga de organizar o “caotizar” todo; es la que decide cómo se deben aglomerar la materia para formar los objetos o cómo se deben desarreglar para desagruparlos. La energía y la entropía son algo así como el inversionista que pone el capital (energía), y el gerente (entropía) quien decide cómo administrarlo.