La Voz
Aparece
una voz que merodea su entorno y le cautiva su mensaje. Lo escruta y lo compara,
empieza a descifrar sus códigos y siente que se asemejan a los suyos. ¿De dónde
vienen? ¿Se escaparon del mundo de atrás, del mundo de alante, de aquel que
casi olvida? Pertenecen al mundo interior que quiere ser atendido. Le presta
atención y le parece que esos son. Es su voz interior que se hace sentir de esa
manera. Resuena desde muy adentro. Le dice, acompáñate de ella. Esa voz vibra
con cada pensamiento. Te reta a descubrirla, te invita a seguirla. Déjate
llevar. Quiere que la plasmes en un axioma matemático, en un poema, en relatos
de tu propia vida. Atiéndela, esa voz quiere hacerte compañía para decirte que
eres tú mismo. Qué es tu fuero interno viajando por los tiempos. Es el haz y el
envés de tu presente que te habla desde lo transcurrido y también del devenir. Cuando
evocas, esa voz, arrastra sin sabores, penas y alegrías. Déjala corretear por donde
quiere hasta que depure tu presente. Déjala sumergirse en lo que queda por
venir y usa la imagen especular que te presenta. Esa voz, algunas veces se te
escapa en tonos melodiosos y se sumerge en tu propia conversación. Y sientes que
inunda tu ambiente y te susurra al oído. Déjala que le cante a los dioses del
Olimpo y síguele el ritmo que te brinda. Baila con ella, tu voz. Invítala a que
te narre sus caprichos, sus desavenencias, alegrías y sentires. Dile que te
hable en castellano, que no te hable en prosa estilizada ni se vaya por la
tangente, que te diga las cosas por sus nombres, tal como son. Si se te escapó
es que quiere atender tus motivaciones. No la encierres de nuevo. No la mates.
Síguela, te llevará al antes y al después. Y verás que el espectro temporal es sólo
uno y aunque se despliegue en tres a cada rato, sí lo mantienes confinado en el
presente, habrás entendido lo que es vivir.