sábado, 20 de noviembre de 2021

Pregunta Escabrosa

 

Diosas y Encantos

    de la

   Sierra Nevada

   Caribay, Tibisay y Carubay

Orlando Escalona



Capítulo VIII

Pregunta escabrosa


 

L

os invitados llegaron temprano como estaba previsto. El papá de Emy ya tenía puesta la percha de rigor y procedió a recibirlos y darles la bienvenida. En esta ocasión se reunieron sólo las tres familias del trío de muchachas.

—¡Adelante!, mis apreciados amigos, tomen asiento donde les parezca más cómodo. Consideren que están en sus casas.

Como siempre, la torta se picó temprano por los niños pequeños, bajo un sonoro cumpleaños feliz entonado por la tía de Emy, miembro del coro universitario. Tres interpretaciones más a capela de música romántica vieja fueron suficientes para complacer al cumpleañero, antes de iniciar la conversación. Fue Vero, quién después de volver a felicitar al agasajado, inició la tertulia sin que nadie se lo pidiera:

      Señor papá de Emy, usted me va a disculpar, pero quiero aprovechar la ocasión para plantearle una inquietud que tengo desde hace días —al mismo tiempo que le lanzaba una mirada a Mave en búsqueda de aprobación y apoyo—. Necesito orientación sobre un tema un poco escabroso para algunos y quién mejor que usted para proporcionármela. Sé que no es el momento más propicio, pero es que quisiera aprovechar que estamos reunidas nosotras tres, —y con su derecha hizo el semicírculo de rigor para incluir a sus dos amigas en el petitorio.

—A ver mi querida Vero, en que te podemos ayudar, bueno… ¡si es que puedo! Recuerdo la pregunta que me hiciste el año pasado y aún tengo duda de que la repuesta que te di en aquel momento haya sido la más indicada.

Señor Papá, ¿quién me podría demostrar sí Dios existe? —fue la pregunta lanzada por Vero sin ninguna introducción previa.

—El año pasado me lanzaste una parecida. Aquel día me removiste el piso y ahora casi me das un nocaut —fue la respuesta del papá de Emy, al mismo tiempo que dejaba entrever una sonrisa de admiración—. Es una inquietud muy interesante, porque mientras la mayoría de tu edad aceptan de plano su existencia, tú le andas buscando “la quinta pata al gato”. Te cuento que, desde ese mismo día ando en búsqueda de un matemático que me demuestre su existencia. De todos los profesionales que conozco, él es el único que podría, no confío en nadie más. Él sabe contar. Y su lógica simbólica lo capacita para hacerlo. Ha descifrado la esencia de los números y me ha contado su infinitud. Sabe dónde merodea el cero y el infinito. Lo busco racional para que me lo ubique entre los números irracionales, aunque sea de penúltimo o de último, del lado izquierdo de la recta o a la derecha. De pronto lo consigue al final de la hilera de dígitos de pi, pero que me lo demuestre con sus axiomas irrefutables. Busco un matemático porque su matemática es infalible frente a preguntas de alta carga conceptual. No me interesa la opinión del teólogo o la del filósofo, menos la del rabino, ni que hablar de algún papa. Es al matemático a quien necesito porque él prescinde de los experimentos, le bastaría con su excelsa psiquis para alcanzar la verdad; no tendría que sostener su búsqueda en incertezas innecesarias. No quiero uno que juegue a los dados porque los podría cargar a su convenir, aunque maneje la curva de Gauss a la perfección. Quiero uno que no crea en su existencia para no contaminar el primer axioma. Si pertenece a su conjunto, el investigado va salir favorecido, e ipso facto expresará: ¡He probado su existencia! Busco un matemático que con la función áurea haya dibujado parte de su propio mundo; aquel que crea fehacientemente en Pitágoras, que no trabaje con conjeturas abiertas, que invente sus propios axiomas y demuestre su existencia irrefutable. Que no deje rendijas entreabiertas. Ando en búsqueda de él, el matemático, no me queda mucho tiempo; de aquel que ayudó a Einstein a torcer el espacio, del que informó a Hawking del agujero de gusano, de aquel otro que participó de los mundos paralelos, en las multicuerdas microscópicas… Busco al que me dijo que: uno más uno no es siempre dos, que depende. Quiero uno que sea exacto, que no saque su moneda de dos caras, uno que ande sin ambigüedades; no uno que me diga dios existe porque lo vi en la sonrisa de aquel niño, en la mirada de la Mona Lisa, en el vuelo de la chupita, en el ocaso de la tarde o en la triada de Orión; en las ecuaciones de Maxwell o en los principios relativistas. Quiero uno que camine con su lógica en búsqueda de la verdad verdadera.

—Pero, tengo entendido que las verdades absolutas no existen —replicó tímidamente Emy.

—Cierto hija, pero en este caso, les repito, se trata de un teorema de existencia basado en un axioma preestablecido.

—Sí los axiomas y los teoremas son los pensamientos matemáticos de nuestros dioses, entonces no hay nada que demostrar, todo salta a la vista —intervino Mave.

—Es cierto y es falso también. Como les dije, ando en búsqueda de quien me haga ese trabajo. Yo aún no he podido, y a estas alturas de mi vida no me interesa acometer ese reto. Mejor se lo dejo a los expertos. Con seguridad ustedes seguirán a lo largo de sus vidas investigando esas afirmaciones o negaciones, y podrán dar luz sobre el asunto.

—Papá, tú mismo me has dicho que las cuerdas no tienen extremos. Ese es el otro extremo de la cuerda donde está escrito que la mente humana creó a las deidades que se adoran, —contestó de inmediato Emy—. Cada vez que se tira de un extremo, aparece una reacción de respuesta para lograr establecer el equilibrio. Esta visión de repartir extremos conduce a la polaridad en muchos ámbitos de la vida, mientras que sí la cuerda se cerrara uniendo sus extremos, ambas posiciones formarían parte de un sistema de pensamiento conjugado de mayor alcance. La naturaleza está llena de casos donde la bipolaridad es sólo aparente, por ejemplo, los polos de un imán forman parte de la misma teoría electromagnética que explica como surgen y por qué pueden coexistir en equilibrio. El mismo arcoíris carece de extremos, nuestra limitada percepción los crea sin existir en realidad; el arco se cierra sobre sus propios extremos formando un círculo. Newton defendió la naturaleza corpuscular de la luz y Huygens la ondulatoria; De Broglié postuló su naturaleza dual y después se comprobó su existencia. Por otra parte, Maxwell descubrió la naturaleza electromagnética (ondulatoria) de la luz y Einstein explicó el efecto fotoeléctrico considerándolo como cuantos (partículas). Y resulta que la luz se caracteriza por poseer la dualidad onda-partícula. Pero además, una partícula material (electrón, átomo…) tiene comportamiento ondulatorio, también. Esta visión trastocó la mente de muchos físicos por un tiempo. En el mundo microscópico, las partículas tienen su antipartícula y coexisten para generar energía y/o partículas cuando se encuentran. Las partículas elementales consideradas partículas materiales, no obstante, la Teoría de Cuerdas las describe como cuerdas microscópicas vibrantes. De nuevo aparece el concepto de cuerda sin extremos en esta novísima teoría, porque es más útil que recurrir a una cuerda con dos extremos, para su construcción. Lo interesante es que la misma naturaleza con su infinidad de ejemplos nos recomienda cómo actuar sin polarización ante la vida. Por supuesto, muchas veces nos vemos obligados a asumir y defender una posición. Creo que lo importante es tener claridad que la cuerda tiene dos extremos porque nosotros somos incapaces de unirlos.

—Caramba hijita, me sorprende tu elocuencia, veo que no he arado en el mar. Justamente de eso se trata, de tener presente que siempre existirá una visión que se contraponga a la tuya. Pero eso no significa que, aunque vaya en contra de mis ideas y de mis principios, la mía es la mejor, la portadora de la verdad, y la otra no. Lo importante es respetar la opinión de los demás, revisar sus propuestas, estudiarlas y ver qué tanto hay de la mía en las suyas. De pronto son complementarias y juntas, podrían evolucionar hacia una visión más amplia del mundo. Aunque haya casos que parezcan irreconciliables, siempre existirá la forma de encontrar partes de mis propuestas en las tesis de los demás.

—Señor papá, aun no me ha respondido la pregunta —volvió a inquirir Vero.

—Cierto Vero, no soy el más indicado para decirte si existe o no, el dios que estás sometiendo a indagación. Para mí no existe, mientras que, para otros sí. Si te digo que sí existe, te estoy imponiendo mis ideas, y sí te digo que no, igualmente. Eres tú quien debes dedicarte a buscarlo, sí lo encuentras por cualquier medio, pues entonces existe para ti; si no lo has conseguido a mitad o al final de tu vida, creo que podrías concluir que, para ti, no existe. Entonces dejarás de seguir buscándolo y te dedicarás a otra cosa, quizás más productiva. De pronto, al salir por esa puerta de una vez te consigues con él, y se acabó tu problema en ese sentido. Pero les recomiendo a las tres, tómense la cosa con calma, sé que, aunque ustedes son chicas muy avanzadas cognitivamente para sus edades, y ese tipo de inquietudes les urge solución; llegará el día menos esperado en que la tendrán. Paciencia, mucha paciencia, mis amadas niñas.

—¡Interesante! —exclamó Vero.


—Además —continuó el papá de Emy—, creo que cada ser con sus propias potencialidades biológicas, síquicas y espirituales adquiridas, responde a sí mismo y al entorno que le rodea. Algunos se amoldan diligentemente a sus preceptos, otros reaccionan y lo cambian. Esto es lo que ha generados escuelas de pensamiento, filosofías, teorías, doctrinas, ideologías, posiciones frente a la vida, comportamientos, actuaciones. Cada quien tiene estructurado su modelo de mundo, objeto de cambio según la durabilidad, intensidad e intencionalidad de la información externa que lo bombardea, en contraposición al grado de afianzamiento de sus propias convicciones. Múltiples pensamientos vuelan alrededor de nuestra mente. Algunos que pretenden erigirse en verdades verdaderas absolutas, tratan de imponerlos en la sociedad por cualquier medio. Para ello, recurren a la justificación de sus principios rectores, mientras que otros a la manipulación y distorsión ideológica, religiosa y filosófica. Cada quién se arrima a la sombra más cercana según su conveniencia. Considero que tal como existe el espectro electromagnético en el mundo natural, en particular el rango conformado por la gama de todos los colores diferenciados y con fronteras entrelazadas que separa y define sus individualidades; así mismo, existen estructuras mentales con posiciones diversas según la afinidad que se comparta. Es por ello que, en aras de la convivencia, el respeto y la tolerancia, se deben erigir nuestras acciones.

—Cada vez que escucho sus discursos señor papá, me siento con más confianza ante la vida y siento que ando con pasos más firmes y seguros —le dijo Vero—, gracias, muchas gracias por atendernos cada vez que lo requerimos.

—Ahora bien, me gusta que se hagan planteamiento de ese calibre, eso demuestra que mantienen nobles inquietudes por el conocimiento del mundo que les rodea. Aplaudo que se planteen preguntas, de esa manera podrán visualizar mejor lo que andan construyendo. Toda pregunta busca saciar la sed de conocimiento. Incentivando la formulación de preguntas desde la edad temprana como la que ustedes tienen o mucho antes, se aprende a plantear la hipótesis primaria que entrelaza los sucesos que ocurren en la naturaleza. Se darán cuenta de que toda pregunta no tiene una respuesta definitiva, totalmente terminada, ya que la ciencia funciona de la siguiente manera: respondiendo preguntas mediante el proceso de elaboración de respuestas, sencillas al principio, hasta llegar a la construcción de teorías y modelos altamente elaborados, después. El acto de preguntar, el cual constituye la base de cualquier investigación, lleva implícito el asombro por lo que se presencia, e induce en acto seguido, la curiosidad por conocer la realidad. Les recomiendo que estimulen la curiosidad por los procesos que ocurren en el mundo que les rodea para incentivar la capacidad de indagación. Háganse por lo menos una pregunta fundamental cada semana y traten de responderla. Pero, más que responder preguntas, acostúmbrense a plantearlas. Mediante ese proceder muchos connotados sabios han alcanzados explicaciones sobre el funcionamiento de nuestro universo, y han logrado inusitados descubrimientos e inimaginables inventos.

Alguien del otro lado de la sala estuvo muy atenta a la disertación del papá de Emy y en dos oportunidades intentó intervenir; sin embargo, al observar que las tres muchachas estaban ensimismadas con el expositor, desistió. Al final, sí comentó lo siguiente:

—Me parece muy oportuna su disertación, profesor. En varias oportunidades he conversado este tema con mi Vero, pero siempre hace falta la otra visión, la conciliadora y hasta la opuesta. Desde mi punto de vista les digo lo siguiente: Dios es espiritual. No es tangible. Yo creo en Él, por medio de la fe. Y la fe es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve. Conocerlo es interiorizar este concepto. No hay hipótesis, ni teoremas, ni fórmulas que demuestre su existencia, pero existe. No los voy a convencer, tendrían que vivir ustedes mismo esa experiencia.  Yo sí la vivo en la sonrisa de un niño, en la contemplación de la naturaleza y en la admiración por el universo. La existencia de Dios se demuestra al tener un encuentro personal con Él. Es algo sobrenatural que sólo se puede explicar sí se siente y experimenta en el corazón. Él para mi es mi roca fuerte, mi fortaleza, mi castillo, mi alto refugio, mi libertador, mi guardador, mi proveedor, mi esperanza, mi socorro, mi amigo, mi confidente, mi esposo y mi compañero. Él ha llenado todas mis áreas vacías, secas, desérticas. Me ha transformado y cambiado. Me ha dado un corazón nuevo, un corazón sensible a Él. Sí Dios existe gano mucho y si no, no pierdo nada. Dios quiera que ese matemático llegue a este resultado.

El profesor miró a la mamá de Vero, y quizás, por respeto y consideración, o a lo mejor, por no entrar en una discusión bizantina, prefirió callar.

Acto seguido, Vero se levantó y con una ligera señal invitó a sus amigas a seguir la conversación en otro rincón del apartamento, mientras terminaba de comentar:

—Bueno, de nuevo, le agradezco infinitamente la atención que nos ha dispensado señor papá cumpleañero a pesar de ser su noche de celebración — comentó Vero—. Papitos y mamitas les dejamos para que disfruten de la tertulia que tienen pendiente.

A los diez minutos notaron que sus padres cerraron el tema y se dedicaron a chocar las copas y conversar de cosas mundanas. De vez en cuando escucharon decir, bueno lo que pasa es que las jóvenes de hoy en día son muy diferentes a las de nuestra época, pero este trío es muy especial. Nuestras hijas vuelan, cualquier asunto les interesa y constantemente andan tras la búsqueda del conocimiento. Aunque creo que ahora andan en algo muy particular. No me lo imagino, pero sé que son cosas buenas, tengan la seguridad que ellas no pierden el tiempo en banalidades, de eso sí estoy segura.

Las muchachas dedicaron una horita más en redondear la conversación que acababan de tener con el papá de Emy y decidieron descansar temprano.

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