sábado, 9 de abril de 2022

 

Palabras, frases, mitos y leyendas

Para Orlando, Jr.

 

En nuestro hogar nunca faltaron las palabras raras, las frases aleccionadoras, las historias de fantasías con seres fantasmagóricos del imaginario popular con las que nuestros padres nos entretenían y controlaban. Bañarse un Viernes Santo después de las tres de la tarde era exponerse a que la piel se recubriera de escamas de manamana; menos aún en el cauce de los ríos, donde algunas veces nos bañábamos, porque “Se podrían convertir en pescaos”, nos decían. Recuerdo como mi querida Madre me protegía de una posible indigestión después de las comidas con su consejo de no leer después de las mismas. También me insistía: “Hijo, no aguante tanto sol porque le puede picar un tabardillo”; aunque jamás entendí su significado cuando pequeño, atendía su solicitud diligentemente. Al igual que jipato y chimbombo; cuando uno dormía un poco más de la cuenta, parecía que se le hinchaba la cara y nos decía: “Levántese ya, que se va poner jipato y chimbombo”. Al enterarse de la enfermedad de un vecino manifestaba con jocosidad que había que tener mucho cuidado porque “Cuando la pata se hincha, la sepultura relincha”. De noche era prohibido saltar por encima de las fogatas que se hacían para correr los zancudos, porque era casi seguro que amanecía mojada la hamaca. La borra del café no se podía pisar por la mavita que le caería a la familia; me la mandaban a botar en la pata de las matas lejanas. Con la asomada del primer trueno y relámpago con la tormenta que se avecinaba, Mamá corría a tapar el único espejo que teníamos con una sábana o toalla mientras replicaba a viva voz con un “¡Santa Bárbara bendita!”; tal recomendación de Benjamín Franklin se extendió hasta nuestro lar. Mientras, Papá preparaba su cruz de cuchillos para desviar la tormenta hacia otra región; algunas veces la pegaba. Si la tormenta no cedía, Mamá pelaba por la Vela de la Candelaria y nos encomendaba a todos los santos con su catajarra de plegarias. Cuando Alex y Néstor me iban a buscar para emprender nuestro acostumbrado paseo sabatino por el Malecón de la Orilla de San Carlos, me encomendaba a todos las santidades con las siguientes expresiones: “José Gregorio bendito me lo bendiga y favorezca, San Marcos de León me lo libre de los malos peligros, la Virgencita de Coromoto me lo lleve por el buen camino…”. Sí la chupita entraba a la casa, un familiar nos visitaría; con la caída del cuchillo se esperaba un caballero, o una dama si era la cuchara; el tenedor quedaba para las bromas, y sí coincidía con la entrada de un caballero, surgían los comentarios. Cuando el canto del guaco resonaba por más de tres veces, inmediatamente sentenciaba: “¡Ave María purísima!, ese pájaro de mal agüero trae mala seña”; y recordaba con tristeza cómo el pájaro avisó tres días antes la lamentable pérdida de Ramoncito, mi hermanito menor. Sentimos el rondar nocturno de La Llorona y El Ánima Sola por el patio de la casa con los lastimeros aullidos de los perros; cuando percibíamos su “¡Ave María purísima! entremezclados entre susurros con otros ruegos, nos enrollábamos con rapidez en la hamaca aunque el sofoco nos sancochara toda la noche. Nos comentaba que en esos momentos ni por un pienso se nos ocurriera mirar por las rendijas de las paredes hacia la oscuridad del patio. Las oscurantinas nocturnas siempre limitaron nuestras visitas al patio después de las ocho; no olvido las erizadas de piel cuando el mínimo bamboleo del matorral se transformaba en toda clase de visiones que cobraban vida en nuestra infantil imaginación.

En nuestro rancho de la Calle el Tubo también se entretejieron historias interesantes. En esos días sólo disponíamos de un bombillo para alumbrar su interior, así que el patio permanecía en completa penumbra cuando la vecina apagaba el suyo. Una que recuerdo en particular, era la del “aparecío” en el fondo del patio bajo el amparo de sombras nocturnas. Algunas veces se mostraba como una tenue luciérnaga que se movía en el mismo sector del patio; otras, era una difusa y fugaz silueta que surgía entre las sombras del patio vecino de la vieja Ramona, se paseaba por el nuestro y se esfumaba hacia el solar lindante de la calle Aurora. Mis recuerdos no registran el comienzo de su primera aparición, pero un sábado Papá lo visualizó bien entrada la noche en nuestro patio paseándose levantado una cuarta del terreno. Desde ese momento, con la tajante certificación de Papá, nadie dudó de su existencia y traspasar la puerta trasera del rancho requería de un acompañante con mucho valor; a partir de entonces, los baños al final del solar se tomaron antes de la caída del anochecer. Sus apariciones resistieron la presencia del señor Matías, único curioso del pueblo, conocedor de las herramientas apropiadas, y experto en aplicar oraciones y ritos para  desarticular los conjuros previos del difunto enterrador, dueño del tesoro,  y en diseñar estrategias para enfrentar tales desconocidas e imprevistas fuerzas etéreas; quién en compañía de Papá y mi cuñado Nerio, pasearon la “aguja” a las doce en punto de la noche del Viernes Santo por todo el patio en búsqueda del indiscutible entierro. A pesar de que encendieron la vela de la candelaria para alejar los malos espíritus saboteadores del acto, de haber rociado con abundante agua bendita para la protección de los presentes el lugar preciso señalado por el vaivén de la aguja, de trancar el entierro con cruces de palma bendita para impedir su desplazamiento, el boquete que abrieron en la tierra a punta de barretón y pala sólo mostró un pozo de agua en el fondo a la luz del pabilo bendito. Fue quizás la mala intensión de uno de los presentes o la incredulidad de otro sobre la trascendencia del acto; tal vez la aguja no contenía suficiente azogue o el “fuerte” de plata vertido en su interior no estaba bien amalgamado; a lo mejor fue el mismo temor de enfrentar fuerzas desconocidas. No encontraron nada, ni siquiera carbón que diera a pensar que el tesoro fue convertido en el negro vegetal por los malos pensamientos de alguno de ellos; quizás el difunto no quiso cederlo a ninguno de los buscadores y lo corrió a otro lugar de los patios. También pensaron que no esperaron el tiempo requerido o cavaron en sitio equivocado. Mientras tanto Papá culpaba a Nerio de su incredulidad, y de que no se habían cumplido con los tres responsos previos requeridos para el descanso del alma del difunto, o de que no se confesaron con antelación para emprender la búsqueda. Lo cierto que es que el apetecido entierro se esfumó, se volvió sal y agua, y sirvió para acentuar nuestros temores a la hora de salir al patio a realizar las acostumbradas necesidades.

          Otro caso que llamó nuestra atención cuando muchacho, fue lo sucedido al niño vecino. Con sólo seis años, Alberto se había convertido en uno de los carajitos más traviesos de la calle. Aquel vivaracho, catirito, barrigón y bellaco muchacho estaba sentenciado con que algo le sucedería por sus continuas travesuras. Una noche durante el juego de "Cuarenta matas" salió disparado del oscuro escondite elegido a final de la calle El Tubo, como "alma que lleva el diablo", y quedó tendido frente al rancho; su cabello dorado se le convirtió en cenizo y de su blanca carita se escabulló la sangre. Cuando reaccionó, sus ojos saltones señalaban hacia la oscurantina de donde lo correteó un inmenso perro negro de ojos enrojecidos que soltaba llamaradas por el hocico. Tal suceso acabó con el conteo de las cuarentas matas y demás juegos nocturnos, por un tiempo, en nuestra calle.

          Cada año nos sometían a las purgas para eliminar parásitos y lombrices con frascos de vermífugo colombiano mezclado con frescolita, para enmascarar su nauseabundo olor; otras veces nos daban sal de epson o aceite de ricino con jugo de naranja a las seis de la mañana. La flema en el pecho nos la combatían con manteca de gallina que Mamá preparaba de los gallinas gordas recién sacrificadas, y que conservaba en un frasco de vidrio. El asma me la aplacaba Papá con tres cucharadas del mejunje preparado y vertido en un coco seco, después de tres meses de entierro bajo tierra en las fincas donde laboraba, y con cataplasmas de vaporub en la espalda y el pecho durante todo el día y la noche. A mi hermana Ara le arreglaban su mal carácter con tres guamazos en las piernas con ramas de verbena verde. Las picadas de avispas y abejas las solventaban con un parche untado de caraña o chimó; la insistente tos nocturna con una embarrada de querosén en el pecho. Para el enrojecimiento e infección de los ojos, Papá se aplicaba dos gotas de limón puro en cada uno; Mamá acondicionaba su negra y hermosa cabellera con la pulpa de aguacates podridos untada por varias horas. Por supuesto, no faltó tampoco el infalible Mentol de caja rojiblanca para picaduras y afecciones respiratoria. La miel de abeja recolectada por Papá se consideraba una reliquia bajo resguardo, y era de vez en cuando que la saboreábamos con el mínimo malestar de garganta; para tales afecciones, también nos aplicaban tocamientos en la garganta con una gaza untada de azul de metileno para combatir su irritación.  Si no cedía, acudían al primer antibiótico existente en ese entonces para atacar las infecciones, en cuyo caso Mamá ponía a hervir durante quince minutos la inyectadora de vidrio con su respectiva aguja y nuestra hermana Conía no aplicaba la inyección de penicilina.

                           

Inyectadora de vidrio de Eliconida en su trabajo de enfermería en El Batey. Al fallecer, Mamá la hereda; Nerio Viejo es su actual depositario.

Mi Viejo, fogueado en labores campestres y profundamente compenetrado con su mundo mágico natural, dependía de las bondades terapéuticas del campo para solventar los quebrantos de salud de nuestra familia. Convencido de las propiedades curativas del árbol Indio Desnudo, preparó con lujo de detalles el ritual recomendado para una dolencia que me aquejaba cuando pequeño, una hernia testicular. A los cinco años me la trataron mediante un ritual. Papá hizo la respectiva solicitud al Indio Desnudo con una oración: “buenos días indio desnudo, con mucho respeto le pido un poco de su ropaje para curar una dolencia de mi hijo…”; acto seguido, colocó mi pie sobre el tronco del árbol, y con el cuchillo recortó parte de la corteza con la forma y tamaño de mi planta. La plantilla obtenida la colgó de un alambre sobre el fogón de leña para que secara con el humo y calor. Se creía que a medida que fuera encogiéndose la plantilla, ocurriría lo mismo con mi hernia. Así que, cada cierto tiempo revisaba mis testículos a medida que la plantilla se encogía. Parece que funcionó.

  
                  Funcionarios de Malariología de los años cincuenta.

En el monte, en las fincas surlaguense, cada vez que en la lejanía del camellón visualizábamos la silueta grisácea con casco plateado del inspector de Malariología sobre su fornida mula, sentíamos nudos en la garganta con sólo pensar como tragar la dosis de pastillas de quinina que nos correspondía ese mes, para la prevención del paludismo; aunque también nos animaba el exquisito caramelo con el cual nos premiaban posteriormente. Funcionarios que también se encargaban de rociar las viviendas con DDT para controlar el mosquito transmisor.


miércoles, 2 de marzo de 2022

 

Mukumbarí: 
El ascensor de la Sierra más largo y alto del Mundo 
(Primera parte)

Orlando B. Escalona T. 
Gregoria Cabral


Fig. 1 La majestuosidad de la sierra se retrata en esta postal.

Mukumbarí, “lugar donde duerme el Sol” en lengua originaria para designar a la majestuosa Sierra Nevada (figura 1), despierta hoy como el ingenio mecánico en su tipo, técnicamente más elaborado del planeta. Ya entró en funcionamiento el nuevo sistema teleférico que cada día nos acerca más a la cima de las altas cumbres andinas para contemplar de cerca las Cinco Águilas Blancas de Don Tulio Febres Cordero, que “vinieron del cielo estrellado en una época muy remota”, “…revolotearon por encima de las crestas desnudas de la cordillera, y se sentaron al fin, cada una sobre un risco, clavando sus garras en la viva roca; y se quedaron inmóviles, silenciosas, con las cabezas vueltas hacia el Norte, extendidas las gigantescas alas en actitud de remontarse nuevamente al firmamento azul”, originándose así cinco enormes masa de hielo, los picos: Bolívar, Humboldt, Bonpland, La Concha y El Toro.

    Totalmente reconstruido por el Gobierno Bolivariano. Desde la estación Barinitas a 1.578 m s.n.m (figura 2.a) en la ciudad de Mérida, Venezuela, inicia su recorrido hasta el Pico Espejo ubicado a 4.765 m s.n.m en el Parque Nacional Sierra Nevada de la Cordillera Andina. En sus modernos funiculares (cabinas) se asciende 3.188 m a lo largo del sistema de guayas de 12,5 km de longitud a la velocidad promedio de 9 m/s (32 km/h), haciendo escala en cuatro tramos con sus respectivas estaciones de trasbordo (La Montaña, La Aguada, Loma Redonda y Pico Espejo).

jueves, 27 de enero de 2022

Efecto balón

 

El efecto balón.

Enseñanza basada en señuelos

 


Los humanos, nos diferenciamos de las demás especies del planeta por la capacidad creativa de analizar, inventar, modificar y adaptar el entorno a nuestras necesidades inmediatas. Desde la aparición en la faz de la tierra, nos hemos caracterizado por elaborar todo tipos de productos, desde los más sencillos hasta los más sofisticados e inverosímiles, entre los que destacan los juguetes, presentes en todas las culturas del mundo desde tiempos primitivos, vitales para la socialización de la especie; los cuales, hasta han generado esquemas de comportamiento colectivos. Existen muchos juegos y juguetes tradicionales propios de cada cultura, pero también existen aquellos que se han convertidos en universales y que forman parte del acervo cultural mundial. Uno muy particular es la pelota -bola con propiedades elásticas que se usa para el entretenimiento-, que es y será el juguete infantil por excelencia. Su capacidad única de desplazarse, rodar y rebotar bajo la acción del campo gravitacional terrestre y el aire circundante, ha permitido la estructuración de innumerables juegos como los de béisbol, fútbol, tenis, pimpón, entre otros.

         La pelota se ha integrado por completo a la escuela como herramienta pedagógica en las clases de Educación Física. Por consiguiente, una cancha escolar sin balón de volibol, futbol o beisbol, es como una escuela sin maestros, una iglesia sin sacerdote o  una arepa "reina pepiada" sin pollo y aguacate. Ahora bien, basta lanzar al ruedo un objeto tan elemental como la pelota, para aglutinar niños, adolescentes y hasta adultos a su alrededor, para emprender el juego dentro de los cánones establecidos. La pelota genera magia en su ambiente, encantamiento en los jugadores y espectadores, y entusiasmo, compromiso y afición, en cualquier espacio-tiempo donde se lance, gire y rebote. La pelota es el señuelo pedagógico por antonomasia y como tal, ejerce su función en la cancha escolar. Basta seguir la acción de cualquier actividad pedagógica en la cancha para darse cuenta de su importancia como recurso didáctico que llama y mantiene la atención de los estudiantes, y establece vínculos pedagógicos profesor-alumnos en la hora de clase de educación física. 

         De manera semejante debería transcurrir la acción en el aula de clase o el laboratorio. El docente debe ingeniárselas a fin de enganchar a sus educandos desde el inicio de clase con una actividad señuelo tipo pelota, independientemente del contenido a impartir. En particular, en las clases de Ciencias Naturales, un arreglo experimental sólo demostrativo, o con la incorporación de las mediciones, hace de perfecto señuelo. Por definición, cualquier contenido del área de ciencias, involucra cambios, fenómenos, procesos, transformaciones; de modo que la experimentación debería ser carta de presentación imprescindible de inicio en cada clase. Por ejemplo, tratar de explicar la densidad de los materiales sin mostrar experimentos donde se visualice, que líquidos menos denso flotan sobre los de mayor densidad, que bajo la acción de la presión sobre la superficie de la botella de plástico el ludión flota o se hunde; o tratar de enseñar sumas de fracciones sin visualizarlas ni recurrir al concepto de un medio, un tercio, un sexto de torta, o de un medio, un cuarto de litro, etc., con los elementos que nos brindan los espacios cotidianos, es desperdiciar la mejor oportunidad que dispone el docente para amenizar la clase e ensimismar al grupo en el tema que trata y discute en el momento.  

         Sin embargo, otra estrategia didáctica mucho más elaborada consiste en presentar un experimento donde el conocimiento previo del estudiante le permita construir su propio modelo para explicar la fenomenología que presencia, realizar una segunda revisión bajo lo establecido por el docente según los conceptos, teoría y leyes estudiadas; y finalmente, mostrarle un experimento trucado con arreglos disimulados, que se  contraponga al primero y contradiga los preceptos científicos conocidos por el estudiante. Posteriormente, bajo la orientación motivadora del docente, el estudiante debe realizar la revisión de su modelo hasta lograr una explicación acertada de lo que ocurre en el experimento trucado.

         Así por ejemplo, tras la búsqueda del diseño de una estrategia didáctica para introducir el concepto de flotación de cuerpos en líquidos, se recurre a un  primer acto donde se les presenta al estudiante un cubito de hielo flotando en un vaso de agua y se le orienta a reconstruir su propio modelo previo con base a la acción de las fuerzas que actúan y la condición de equilibrio establecida, hasta llegar a la comparación de las densidades de los materiales como causa del hundimiento o flotación; por consiguiente será necesario recurrir al tema de los fluidos y al hecho histórico cuando Arquímedes acuñó su famoso "eureka" por las calles de Siracusa.  En el segundo acto, se presenta un segundo vaso de agua con un cubito de hielo hundido, más un tercer vaso de agua con otro cubito levitando en la mitad. La experiencia nos manifiesta que todo cubito de hielo flota en agua; sin embargo, en los vasos segundo y tercero se da lo contrario: se hunde o levita. A partir de aquí se procede a reconstruir el modelo original o a averiguar qué cambios se introdujo en el nuevo sistema (cubo con agua) a fin de lograr la situación observada, que aparentemente contradice lo observado en el primer experimento. Esta estrategia didáctica, conocida como Enseñanza Problémica o enseñanza basada en contradicciones, refuerza la primera estrategia basada en el experimento clásico como señuelo único para introducir el gusanito de la curiosidad en la búsqueda de la construcción de explicaciones de comportamientos de la Naturaleza. Según Guanche A. "La situación problémica se define como un estado de tensión intelectual que se produce en el alumno al enfrentarse con una contradicción del contenido de enseñanza que, para él, en ese momento, resulta inexplicable con los conocimientos que posee acerca del objeto de estudio. La situación la crea el maestro al revelar a los estudiantes la contradicción"

         Por otra parte, consideramos que, la ciencia se debe enseñar bajo un enfoque abierto, flexible, contextualizado, y con una perspectiva inter y transdisciplinaria, compatible con los requerimientos de una escuela productiva e interconectada con el trabajo comunitario. A los educandos se les debe dar una buena formación para que puedan aplicar los procesos y conocimientos científicos y tecnológicos conocidos, para lograr la comprensión y transformación de su entorno social. La tarea del docente es enseñar la ciencia y la tecnología bajo la perspectiva del descubrimiento continuo y supervisado, donde el estudiante aprenda haciendo, redescubriendo, descubriendo y proponiendo alternativas que le faciliten la adquisición de conocimiento científico más y más elaborado. El docente debe incentivar al estudiante para que se interese en recopilar el cúmulo de conocimiento popular (precientífico) presente en su entorno comunitario; para discutirlo, analizarlo, mejorarlo e incorporarlo de nuevo a su comunidad bajo el rigor del análisis científico, e incidir así, en la solución de los diversos problemas de su ambiente inmediato. Pero, sobre todo, se les debe recalcar del papel liberador de la ciencia en la sociedad, en cómo desmitificar y decodificar las creencias adscritas a la ciencia y a los científicos; y concientizarlos de las grandes desigualdades sociales que se generan producto del mal uso de la misma. Se les debe enfatizar que la ciencia no es un cuerpo terminado de principios y leyes, sino que, al contrario, es un proceso continuo de renovación y construcción de conocimiento para la interpretación de la realidad.

Enmarcado en esta manera de enseñar, la física y la química, como ciencias naturales juegan un papel preponderante en la escuela. La cotidianidad se encuentra repleta de procesos físicos y químicos; desde nuestro modo de caminar hasta la forma de escuchar, ver y sentir, tienen relación con estas ciencias. Los complejos tecnológicos de uso diario involucran en su haber muchos de sus procesos. Sin embargo, se requiere enseñar estas ramas del saber, no de forma descontextualizada, sino integrada a las otras ciencias. 

De esta forma podremos enseñar el método científico, mediante estrategias instruccionales lúdicas que permitan mantener la atención del estudiante en un contenido particular, que aprendan los principios, leyes y conceptos involucrados y desarrollen a su vez habilidades y destrezas que fortalezcan su ser.

domingo, 23 de enero de 2022

ESCUELA DE TALENTOS

 

Escuela para el Desarrollo Temprano

del

Talento Científico 

Orlando B. Escalona T.1, Gregoria Cabral 2

1 Centro Latinoamericano y del Caribe para la Investigación

y Enseñanza de la Ciencia (CELCIEC)-Universidad de Los Andes,

 2 U.E. Ezequiel Zamora


 

Presentación en PowerPoint


Resumen

Se analiza la situación actual de la enseñanza de las ciencias naturales en las instituciones educativas del país y la necesidad imperiosa de la creación de una institución que resuelva la falta de asistencia oportuna a niños, niñas y adolescentes con marcado talento por el conocimiento científico-tecnológico; a fin de generar a corto y mediano plazo, un cuerpo de científicos y tecnólogos comprometidos con la solución de los problemas que presenta el país en este campo.  Se describe la estructura de la “Escuela para el Desarrollo Temprano del Talento Científico” con los objetivos que esta cumple, con la intención de formar Talentos en temas científicos extracurriculares. Se menciona que, el presente programa educativo se fundamenta, desde el punto de vista sicológico, en la teoría de las inteligencias múltiples, y se sustenta, desde la visión pedagógica, en el método de enseñanza problémica mediante la presentación de elementos contradictorios, para el desarrollo de capacidades cognoscitivas en los talentos.

 Introducción

Es del dominio público que, tanto en nuestra ciudad de Mérida como en el país, existen desde hace muchos años ambientes alternativos a los existentes en los institutos educativos, donde se motiva y atiende el gusto por la música, el deporte, el arte y el teatro, entre otras actividades extracurriculares; con la finalidad de orientar y desarrollar habilidades e inclinaciones particulares que los padres y educadores han observado en niños, niñas y adolescentes en sus primeros años de vida. Por tal razón, y por otras de carácter pedagógico, el sistema educativo actual contempla la creación de los “Grupos de creación, recreación y producción (GCRP)” dentro del currículo escolar para atender estas necesidades directamente en los respectivos espacios educativos. Sin embargo, aunque se ha atendido minuciosamente ciertas preferencias individuales de los estudiantes, existe una habilidad a la que se le ha prestado poca o ninguna atención, como es el deseo por el conocimiento del tema científico y tecnológico.

En consecuencia, el presente programa surge por la necesidad de crear el espacio propicio que permita incentivar y reforzar las habilidades que muestran niños, niñas y adolescentes de quinto y sexto grado de educación primaria, y de primero y segundo año de educación básica, por el estudio de los fenómenos naturales con las leyes y teorías que los rigen, así como las entidades matemáticas y sus aplicaciones en el mundo real; fundamentado, en la ampliamente aceptada, Teoría de las Inteligencias Múltiples aplicada en docencia tal como lo propuso su creador, el neuropsicólogo de la universidad de Harvard, Howard Gardner (2001). La escogencia de la población de niños y adolescentes con edades comprendidas entre 10 y 13 años que conforman el grupo de trabajo, se fundamenta en lo establecido por Jean Piaget en relación al desarrollo cognitivo del ser humano en sus primeros años de vida.

En tal sentido, estudiantes del sector La Hechicera, fueron seleccionados por sus profesores y representantes para participar activamente una vez a la semana durante cuatro horas académicas en los espacios pedagógicos del Liceo Bolivariano Alberto Carnevali, parroquia Spinetti Dini del estado Mérida; así como en diversas instituciones que existen en la ciudad a saber, Centro de Investigaciones de Astronomía (Observatorio Llano del Hato, Biblioteca Infantil), Fundacite-Mérida (Infocentro), Universidad de Los Andes (Facultad de Ciencia, Jardín Botánico), Museo de Ciencias y Tecnología, entre otros.

Esta actividad pedagógica pretende, en un lapso de dos años consecutivos, atender las inquietudes cognitivas del grupo de estudiantes seleccionados a fin de reforzar y desarrollar, principalmente, la inteligencia lógico-matemática -la que tradicionalmente se asocia con el pensamiento científico, la ciencia y la tecnología- bajo la metodología del análisis de experiencias relacionadas con el quehacer científico-tecnológico mediante el trabajo colaborativo en el laboratorio, y la búsqueda consensuada mediante explicaciones basada en modelos semicuantitativos elaborados por el propio estudiante, con la precisa orientación de los profesores del programa.   

                Por este motivo, este proyecto pedagógico lo hemos denominado “Escuela para el Desarrollo Temprano del Talento Científico”, por constituir un ambiente pedagógico donde se incentiva el amor por el estudio de las ciencias naturales y la matemática, y desarrollan las capacidades cognitivas de niños y adolescente, en particular la inteligencia lógico-matemática.  

lunes, 17 de enero de 2022

Flojera e ignorancia

 

Nuestra supuesta flojera e ignorancia 

El Kerepakupai Merú

Sobre la siguiente afirmación de un connotado y conocido escritor:"Una de las cosas que está viviendo el país es la ignorancia y la flojera"; comento lo siguiente. Nos hemos acostumbrado a etiquetarnos de flojos e ignorantes y a divulgar que lo nuestro no sirve para nada. Recuerdo, por ejemplo, que no usaba aceite de motor VP porque el Shell o el Castrol eran los mejores; los cauchos nacionales no los compraba porque eran de mala calidad y se espichaban de nada. La opinión generalizada es que nuestra gasolina es pésima y daña los motores. Lo medicamentos genéricos es lo peor del mercado farmacéutico. La mejor ropa era la “mayamera” aunque la fabriquen en Colombia y desde ahí la exporten a USA; los zapatos fabricados aquí nunca los quise… Y así por el estilo.

    Me metieron el cuento por mucho tiempo, que los mejores productos alimenticios eran los de otras latitudes. Sin embargo, poco a poco se fue posicionando la industria Polar y se impusieron sólo aquellos que Mendoza fabricaba. La harina pan me hizo arrumar la máquina de moler maíz sancochao; que me olvidara de la arepa andina de harina de trigo, del plátano cocío y el asao, del ocumo, la yuca, la batata y el apio. El aceite vegetal me le quitó el sabroso gusto a la manteca derretida de mis fritangas. El arroz saborizado me le esfumó el sabor al arroz picao quemaíto que quedaba en el fondo de la paila que nos hacía mi mamá. Me cambiaron las dietas de mamá y la abuela. Me olvidé del fororo y la avena, y opté por el “cornfleic” en las mañanas. El aromático cacao del sur del lago lo reemplacé por el “todi” y el “nescao”. La “cocacola” destronó de mi sed el agua de coco verde y la aguita de panela con limón y hielo picao; el “nestí” también sustituyó al guarapo de panela caliente de mis cenas.  Aborrecí la chicha de arroz cuando probé los exquisitos batidos del “gran mol”. Entonces, me acostumbré a comer hamburguesas en tú sabes dónde, y dejé de extrañar la arepa de maíz pilao rellena con carne desmechada deshidratada a punta de sol. Y también cambié el maduro relleno de queso de año por un perro caliente del quiosco de la esquina. Y me volví indiferente frente a un casabe acompañando un sancocho de busco. Y el sabor de la cachapa empezó a saberme amargo porque el maíz de nuestras cosechas y que era malo y había que optar por el maíz transgénico. Las carabinas andinas envueltas en hojas de cambur quedaron para el recuerdo de “aquellos tiempos que no volverán”. Y las parrilladas nunca más las volví hacer en fogón de leña, porque para eso me compré tremenda parrilla eléctrica de alta potencia; adiós al fastidioso humo y la desagradable ceniza. Una navidad me dio por hacer hallacas en papel de aluminio; pero, eso, sí no lo soporté y retorné a la hoja de plátano; es lo único que no cambiaría.

    Dejé de visitar los quiscos a orilla de río de mi pueblo querido. La manamana me parece insípida y la fealdad del armadillo me le corta el supuesto buen sabor que le sentía. El armadillo en fogón de leña dejó de ser mi pescao preferido.  Menos que me como ahora un bocachico a la brasa envuelto en masa y hojas de plátano. El bagre rayao ya no lo quiero ver ni nadando. Prefiero meterme en el “gran mol”, y con la pureza del aire acondicionado, degustar un rollito de suchi en sus diversas presentaciones en el mejor restaurante asiático para gente como yo.

domingo, 5 de diciembre de 2021

La energía

 

La energía


La energía es una propiedad universal de las cosas concretas, según el físico y filósofo Mario Bunge; de la misma manera que tienen otras propiedades como la inercia y la carga eléctrica. La energía es un concepto científico o espiritual, dependiendo del punto de vista que se comparta. Sin embargo, sin importar la postura que se asuma, ambas se complementan y se sustentan; y la evolución de una ha dependido, en parte, de la intervención de la otra.

    Desde la visión científica, la energía reside en la esencia misma de las partículas elementales (sin estructura) que conforman al Universo. Tales partículas elementales tienen diversas propiedades; algunas tienen masa, carga eléctrica, carga de color y espín; mientras otras, sólo tienen energía; y la energía se puede transformar en masa y la masa se puede transformar en energía. Por ejemplo, la luz está formada por partículas energéticas sin masa, conocida como fotones; y los electrones y los protones de los átomos tiene masa y carga eléctrica. Además, la materia misma tiene su contraparte conocida como antimateria, que al reaccionar con la materia se transforman en energía.

    Pero la energía también reside en las configuraciones (estructuras) de la materia, es decir en los diversos arreglos que adoptan las partículas elementales (como los quarks y los electrones) para formar bloques más complicados de materia (como átomos y moléculas). Las moléculas se unen para formar estructuras aún más complicadas como las células, y las células se juntan para formar superestructuras como los tejidos orgánicos y las neuronas; por ejemplo, en los seres vivos. Así que, cada vez que se crea una estructura más y más complicada, mayor será la cantidad de energía requerida para construirla y mayor será la cantidad de energía que tendrá acumulada ese sistema (vivo o inanimado). Sin embargo, no basta la energía para conformar estructuras materiales, existe otra cosa conocida por los físicos como la entropía, que se encarga de organizar o “caotizar” todo; es la que decide cómo se deben aglomerar la materia para formar los objetos o cómo se deben desarreglar para desagruparlos. La energía y la entropía son algo así como el inversionista que pone el capital (energía), y el gerente (entropía) quien decide cómo administrarlo.

sábado, 20 de noviembre de 2021

Pregunta Escabrosa

 

Diosas y Encantos

    de la

   Sierra Nevada

   Caribay, Tibisay y Carubay

Orlando Escalona



Capítulo VIII

Pregunta escabrosa


 

L

os invitados llegaron temprano como estaba previsto. El papá de Emy ya tenía puesta la percha de rigor y procedió a recibirlos y darles la bienvenida. En esta ocasión se reunieron sólo las tres familias del trío de muchachas.

—¡Adelante!, mis apreciados amigos, tomen asiento donde les parezca más cómodo. Consideren que están en sus casas.

Como siempre, la torta se picó temprano por los niños pequeños, bajo un sonoro cumpleaños feliz entonado por la tía de Emy, miembro del coro universitario. Tres interpretaciones más a capela de música romántica vieja fueron suficientes para complacer al cumpleañero, antes de iniciar la conversación. Fue Vero, quién después de volver a felicitar al agasajado, inició la tertulia sin que nadie se lo pidiera:

      Señor papá de Emy, usted me va a disculpar, pero quiero aprovechar la ocasión para plantearle una inquietud que tengo desde hace días —al mismo tiempo que le lanzaba una mirada a Mave en búsqueda de aprobación y apoyo—. Necesito orientación sobre un tema un poco escabroso para algunos y quién mejor que usted para proporcionármela. Sé que no es el momento más propicio, pero es que quisiera aprovechar que estamos reunidas nosotras tres, —y con su derecha hizo el semicírculo de rigor para incluir a sus dos amigas en el petitorio.

—A ver mi querida Vero, en que te podemos ayudar, bueno… ¡si es que puedo! Recuerdo la pregunta que me hiciste el año pasado y aún tengo duda de que la repuesta que te di en aquel momento haya sido la más indicada.

Señor Papá, ¿quién me podría demostrar sí Dios existe? —fue la pregunta lanzada por Vero sin ninguna introducción previa.

—El año pasado me lanzaste una parecida. Aquel día me removiste el piso y ahora casi me das un nocaut —fue la respuesta del papá de Emy, al mismo tiempo que dejaba entrever una sonrisa de admiración—. Es una inquietud muy interesante, porque mientras la mayoría de tu edad aceptan de plano su existencia, tú le andas buscando “la quinta pata al gato”. Te cuento que, desde ese mismo día ando en búsqueda de un matemático que me demuestre su existencia. De todos los profesionales que conozco, él es el único que podría, no confío en nadie más. Él sabe contar. Y su lógica simbólica lo capacita para hacerlo. Ha descifrado la esencia de los números y me ha contado su infinitud. Sabe dónde merodea el cero y el infinito. Lo busco racional para que me lo ubique entre los números irracionales, aunque sea de penúltimo o de último, del lado izquierdo de la recta o a la derecha. De pronto lo consigue al final de la hilera de dígitos de pi, pero que me lo demuestre con sus axiomas irrefutables. Busco un matemático porque su matemática es infalible frente a preguntas de alta carga conceptual. No me interesa la opinión del teólogo o la del filósofo, menos la del rabino, ni que hablar de algún papa. Es al matemático a quien necesito porque él prescinde de los experimentos, le bastaría con su excelsa psiquis para alcanzar la verdad; no tendría que sostener su búsqueda en incertezas innecesarias. No quiero uno que juegue a los dados porque los podría cargar a su convenir, aunque maneje la curva de Gauss a la perfección. Quiero uno que no crea en su existencia para no contaminar el primer axioma. Si pertenece a su conjunto, el investigado va salir favorecido, e ipso facto expresará: ¡He probado su existencia! Busco un matemático que con la función áurea haya dibujado parte de su propio mundo; aquel que crea fehacientemente en Pitágoras, que no trabaje con conjeturas abiertas, que invente sus propios axiomas y demuestre su existencia irrefutable. Que no deje rendijas entreabiertas. Ando en búsqueda de él, el matemático, no me queda mucho tiempo; de aquel que ayudó a Einstein a torcer el espacio, del que informó a Hawking del agujero de gusano, de aquel otro que participó de los mundos paralelos, en las multicuerdas microscópicas… Busco al que me dijo que: uno más uno no es siempre dos, que depende. Quiero uno que sea exacto, que no saque su moneda de dos caras, uno que ande sin ambigüedades; no uno que me diga dios existe porque lo vi en la sonrisa de aquel niño, en la mirada de la Mona Lisa, en el vuelo de la chupita, en el ocaso de la tarde o en la triada de Orión; en las ecuaciones de Maxwell o en los principios relativistas. Quiero uno que camine con su lógica en búsqueda de la verdad verdadera.

jueves, 18 de noviembre de 2021

Prólogo

 Prólogo 

del Dr. Enrique Plata, escritor y profesor de la Universidad de Los Andes, a la novela

  Diosas y Encantos de la Sierra Nevada


                                    Portada


El óleo Cinco águilas blancas (2011) que engalana la portada,
pertenece al Dr. Francisco Rivero, profesor,
artista plástico y matemático del Departamento de Matemáticas 
de la Universidad de Los Andes-Venezuela.

 


 PRÓLOGO


EN BUSCA DEL ORIGEN PERDIDO:

ECOS Y MURMULLOS DE LAS DIOSAS 

DE LAS

 MONTAÑAS ANDINAS MERIDEÑAS


Una de las propuestas que plantea la llamada literatura postmoderna apunta hacia la conformación de la mixtura discursiva. Este pareciera ser un recurso muy valioso para el escritor contemporáneo de estos albores del siglo XXI. Así, en distintas obras narrativas podemos apreciar esta mixtura de géneros discursivos, que le brindan un carácter híbrido a la literatura y esta hibridación o mixtura se apoya desde la inserción, por ejemplo, del discurso musical popular latinoamericano - citas, referencias y alusiones a boleros, salsa, corridos y rancheras mexicanas, merengues, vallenatos, pasajes venezolanos, tangos, etc. -, pasando por ciertas recurrencias epistolares, poéticas, ensayísticas, bordeando el melodrama, lo folletinesco, y algunas manifestaciones del kitsch, visto como apreciación de una cultura popular, sin obviar las recurrencias a los discursos científicos, matemáticos, mitológicos, religiosos e incluso deportivos. Todo ello sin desdeñar ciertas asechanzas, como lo dionisíaco, la perversión, lo apolíneo, lo hedonístico y el discurso de lo femenino en toda su amplitud. Y en el medio, como pez en el agua, la oralidad.

Por otra parte, apuntemos que el conocimiento que de sí misma muestra la sociedad, permite la creación del imaginario social a partir de distintos núcleos socioculturales como los mitos, leyendas, tradiciones, la religión, el progreso, la cultura, la política, las distintas formas de vida colectiva, etc., que devienen en símbolos de trascendencia creativa social, como apunta Touraine (1995), de autoproducción y autotransformación. Símbolos que tejen y configuran la red que constituye a la sociedad, sus complejidades interiores, que acercan o alejan a sus individuos; los encuentros, mediaciones y transversalidades de estos sujetos, o lo que el propio Touraine (1978) llama historicidad, para señalar la evolución social, su tendencia camaleónica, sus porosidades, fisuras, encuentros y pulsiones.

Teniendo en cuenta las anteriores anotaciones, abordaremos a continuación los distintos discursos narrativos que se cruzan y se cimentan unos sobre los otros, en la novela inédita Diosas y encantos de la Sierra Nevada, del escritor venezolano Orlando Escalona (Santa Bárbara del Zulia, 1952), que tuve la dicha y el honor de leer gracias a la gentileza de este dilecto amigo, científico, escritor y profesor de la Universidad de Los Andes en su Facultad de Ciencias.

Diosas y encantos de la Sierra Nevada está estructurada en 20 capítulos y un epílogo, que hilvanarán las distintas historias que allí se narran. Discursos narrativos ficcionales que articula cuentos, ciencia, relatos y metáforas de leyendas indígenas de nuestros Andes merideños. La novela narra la búsqueda que inician tres adolescentes en la Mérida de comienzos del siglo XXI: Mave, ambientalista y literata; Emy, física, racional y pragmática, y Vero, locuaz y de ancestrales historias. Las tres, ignorándolo, salen al reencuentro con sus propias raíces ancestrales, y logran, sorpresivamente, la recuperación de un mundo mítico y perdido. Los constantes cruces de la historia ficcional, con la realidad del entorno contemporáneo, con lo mítico a través de la oralidad y con lo científico académico, resultan exquisitos y le dan una voz narrativa muy fresca y muy original para estos tiempos apremiantes. Los retos mismos que se imponen las tres muchachas para enfrentar las distintas situaciones y asumir su transposición mítica, espiritual y humana contemporánea, resultan tan atractivos como la mágica descripción de la ralentización del tiempo para encontrarse y reconocerse en las princesas que una vez fueron y en las “chamas y princesas” que resultan ser en la actualidad. En este sentido, la fábula narrativa de Orlando Escalona resulta excelente. Vayamos entonces al desmontaje de la obra en su narratividad.

El primer registro literario que debemos reconocer, tanto en la novela en cuestión como en el autor mismo, es su eminente y pulcro gusto por narrar, por contar historias, motivo o hecho éste que tiene toda la tradición originada desde la noche de los tiempos. Orlando Escalona es un narrador – cuentista, novelista y articulista – nato, que siente un placer extraordinario al plasmar sus distintas narraciones en la hoja en blanco, reto que igualmente asume en esta novela y comienza a desgranar, parsimoniosamente, toda la carga memorística que ha venido guardando a lo largo de sus años, sus distintas vivencias, anécdotas y experiencias, en los diversos lugares en donde ha vivido, recuperando a través de ellos, su infancia y su adolescencia en el Sur del Lago de Maracaibo, junto a sus padres y hermanos, un nostálgico y recurrente viaje en tren por esas cálidas tierras que siguen habitando su memoria junto a su gente más querida. Por tanto, leer a Orlando Escalona es degustar el antiquísimo arte de “contar y escuchar” historias, cuentos, leyendas y tradiciones.

lunes, 15 de noviembre de 2021

Amigos

Amigos por siempre

¡Qué bendición! Sin duda, es una gracia de la natura disponer de amigos así. Preocupados por un amigo muy querido como yo. Con ellos, en esta época de pandemias, me comunico constantemente con los dispositivos tecnológicos de punta de los últimos tiempos. Con ellos estoy al día de lo sucedido, lo que sucede y deja de acontecer, en el presente mundo globalizado. Cada uno me da su visión particular con magistral elocuencia. Algunas ideas encajan dentro del patrón que manejo, aunque muchas otras, no. Por eso, tengo amigos que reclaman mi proceder por no parecerme a sus imágenes y semejanzas. Unos se envalentonan conmigo por no participar en sus ratos recreativos, seguir sus líneas políticas e ideológicas, otros por no compartir sus pedagogías, y también tengo de aquellos con quienes discrepo por no adorar sus deidades. Unos tratan de introducirme en su línea editorial, en su filosofía de vida, otros en sus grupos de esparcimiento y licoreros. ¡Hasta una “piedra cervecera”, una “esquina caliente” y un “estadio” trataron de venderme un día! Es que me quieren igualitos a sus perfiles. Y se les agradece y entiende. Por supuesto, si somos amigos, es porque compartimos ideas similares, y por eso quieren convertirme en su gemelo virtual. Para eso son los amigos, ¡o no! Cada uno me tiene su molde preparado para reconfigurarme según sus propios preceptos. Tengo un amigo poeta que me ensalza con su prosa, otro pintor que me deslumbra con sus formas y colores, y un amigo escritor que me reinventa caminos nuevos que transitar. Y comparto y apruebo con emoción sus prosas, sus tonalidades y su verbo. También comparto símbolos, ecuaciones y teorías, con muy buenos amigos del campo científico. Tengo verdaderos amigos, panas de alta estima, labrados desde los inicios de mis tiempos; también otros, excelentes, conocidos en este último trecho que me encuentro transitando.

Muchos de esos amigos me aprecian tanto, que me quisieran ver a sus lados en sus candentes tertulias políticas arregla reinos y tumba mundos; lamentan mi ausencia en la última consagración religiosa de acercamiento al mundo celestial, y me extrañan en cada parranda existencial donde el infalible néctar de los dioses conduce las emociones.

viernes, 5 de noviembre de 2021

El Relámpago del Catatumbo

 

El Farol del Catatumbo


Fig. 0 Fotograma del video  Catatumbo Lightning - The Neverending Storm. Cortesía de https://www.youtube.com/watch?v=seWRO9Gf8mE

Las noches no oscurecen en cielos surlaguenses. Sombras intermitentes colman sus espacios terrenales acompasadas de resplandeceres fulgurantes y silentes; retorcidas hebras radiantes dibujan senderos atómicos vinculantes de procesos electrostáticos en altas elevaciones atmosféricas; sus luces despedidas se fraguan en las profundidades de nubes asomadas con intermitencia natural. Son oscurantinas salpicadas de rayos y resplandores permanentes en las temporalidades de la noche. No se permiten noches colmadas de plena oscuridad en sus predios y poblaciones. Casi siempre, durante cada noche del año, el fenómeno ha deslumbrado con su enigmática belleza a sus pobladores. Así ha sido y será, hasta que cambien las condiciones que las originan. Ha sido así,  desde los primeros reportes escritos de aquellos viajeros de altas latitudes, pero, con seguridad esta fenomenología ha extendido recónditas raíces en tiempos inmemoriales. Es el relampaguear del Catatumbo, el Farol de Maracaibo. Relámpago primigenio desde los subsecuentes acomodos de la corteza terrestre que circunda la cuenca sur del Lago de Maracaibo.

Sus erráticas fulguraciones intermitentes incitan su contemplación en las profundidades de la cuenca lacustre desde tiempos inmemoriales; motivan al fabulador de historias a concertar tramas en el lindero de lo indescriptible y al hacedor de prosa a plasmar sus encantos, al escudriñador de secretos naturales a definir y modelar sus procesos; a enrumbar piraguas por nortes requeridos en noctámbulas estampas. En antaño fue compás de bergantines y timonel de corsarios enrumbado lago adentro; en hogaño aun cautiva su misterioso caudal luminiscente. Diversa literatura se ha acumulado sobre sus míticos orígenes y mucho esfuerzo especializado ha intentado modelar los procesos naturales que internalizan sus profundas nubosidades; aún los físicos más connotados se extravían entre sus intrincados secretos con aproximaciones de orden cero. Ciertamente que tierra, agua, sol y vientos conjugan el entramado que definen sus procederes.

Toda vez que sus fulguraciones resplandecen en el cielo, se hilan cuentos, mitos y leyendas en sus inmediaciones desde nuestros ancestros originarios. Etnias como la Barí las interpretan como bandadas de cocuyos que se reúnen en la zona para rendir tributo a sus entes creadores; los pueblos Yupas y Wayúu las asocian con los resplandores de las almas de sus difuntos.

Hoy en día sabemos que, este singular fenómeno meteorológico forma parte de un dúo (figura 1) de fogonazos intermitentes que se observa entre 180 y 260 noches al año desde las 9 pm hasta las 4 am, con epicentros localizados al suroeste del Lago de Maracaibo: uno muy cerca de la desembocadura del río Catatumbo sobre la Ciénaga de Juan Manuel y parte del mismo lago a 9,5o de latitud norte y 71,5o de longitud este, y otro cerca de la frontera con Colombia a 9o  de latitud y 73o de longitud, como reportan observaciones satelitales de los centros de rastreo de “flashes” sobre todo el planeta. El primero se localiza esparcido en un área de 226.000 Km2  con mínima actividad en enero y febrero y máxima en mayo y octubre; el segundo sobre un área más pequeña. En promedio, durante un año, sobre cada kilómetro cuadrado de superficie se producen 250 flashes y, en consecuencia se cataloga esta zona geográfica como la de mayor actividad luminiscente de este tipo en el mundo. Otro fenómeno parecido, por la frecuencia con que ocurren los destellos (~230), se encuentra ubicado sobre la cuenca del rio Congo en África (Burgesser R.,  Nicora M., Avila E., 2012).


Fig. 1 Ubicación geográfica de los dos relámpagos para los años 2009 y 2010. El color rojo corresponde a un número mayor de flashes. Adaptado del artículo de Burgesser R. et al. (2012). 

El primer reporte escrito de este fenómeno meteorológico se remonta a 1597, cuando Francis Drake lo menciona en “Relaciones de la Real Audiencia de Panamá”, material que a su vez le sirvió a Lope de Vega para escribir “La Dragontea” (Zabrotsky, 1991; citado por Rodríguez D. Alberto y Escamila V. Francisco). Para 1841, el italiano Giovanni Battista Agostino Codazzi Bartolotti (Agustín Codazzi), primer geógrafo de nuestro país,  es quién reseña su ubicación en la obra “Resumen de la Geografía de Venezuela”, cuando manifiesta que “A poco mas de legua de la boca del Zulia ó Escalante está la punta de Aguacaliente, y á su frente en el interior de la selva existe la ciénaga de este nombre ; parece que sus aguas tienen en efecto una temperatura muy alta. En los fuertes calores se ve constantemente en este lugar un relámpago sin explosión que suelen llamar los navegantes el farol de Maracaibo por estar en su meridiano y el de la barra.”  Codazzi no se conforma con solamente ubicarlo en la geografía nacional, también se atreve a dar una modesta explicación de la fenomenología que observa cuando expresa: “…parece que la materia eléctrica está concentrada en aquellos parajes, en los cuales se observa todas las noches un fenómeno luminoso que es como un relámpago que de tiempo en tiempo enciende el aire. Desde la mar se mira como si estuviese sobre islas de Toas que está casi en la barra del meridiano de Maracaibo : pasa sobre las bocas del Catatumbo y sirve de guía á los marinos. ¿Será acaso el desprendimiento del gas hidrógeno en las exhalaciones de los pantanos que ocupan un inmenso espacio cerca de las bocas del Catatumbo?”

Por su parte, el ingeniero Melchor Centeno Grau, realiza en 1911 las primeras observaciones sistemáticas del Relámpago y correlaciona su origen con los movimientos sísmicos ocurridos en la región andina, aunque sin ninguna fundamentación científica firme (Laffaille J.). Andrés Zavrotsky (1991) con su equipo de investigadores de la Universidad de Los Andes realiza entre 1967 y 1987 cuatro expediciones hacia tierras del sur del lago y concluye que el fenómeno es la manifestación de descargas eléctricas entre nubes cargadas y carga aculada en tierra. 



Fig.2 El recuadro delimita la región donde se ubican los epicentros del Relámpago del Catatumbo cerca de las Ciénagas de Juan Manuel al noreste del Lago de Maracaibo. Adaptación del Proyecto de Muñoz, A. y colaboradores (2010), disponible en: http://cmc.org.ve/portal/proyectos.php?proyecto=8 .

Nelson Falcón y colaboradores (2000, 2009) también inspeccionan los predios de la Ciénaga y corroboran la existencia de zonas de epicentros cerca de las lagunas Juan Manuel de Aguas Blancas y Aguas Negras, como se puede apreciar en la figura 2. Este equipo de investigadores propone la hipótesis, por vez primera, de que debido a características muy particulares de la región donde ocurren los relámpagos, “el gas metano debe jugar un rol importante en los procesos microfísicos” que dan lugar a su formación. Para sustentar sus afirmaciones, estos investigadores, desarrollaron el siguiente modelo semi cuantitativo. En la zona donde se produce el fenómeno, existen corrientes convectivas producto del calentamiento diurno y de la disminución de la temperatura con la altura (gradiente térmico). Además, es rica en metano (CH4); bien por la  descomposición de los detritus y humus de los humedales, o debido al escape del mismo a través de fisuras en el manto rocoso (rico en Kerógeno III) del interior de las ciénagas. El metano se desplaza a la mediana tropósfera (1,6 a 13 Km de altura) por las corrientes convectivas  ascendentes y lo distribuye en forma anómala en el interior de las nubes de tormentas tipo cumulonimbos que se forman. Al subir, el metano gaseoso se cristaliza por las bajas temperaturas imperantes en el interior de las nubes y, como posee una configuración de simetría tetraédrica, se auto polariza, produciéndose una redistribución asimétrica de sus cargas eléctricas (semejándose a minúsculos imanes) que pone de manifiesto sus propiedades piroeléctricas; cada cristal polarizado genera un campo eléctrico que contribuye con el incremento del campo eléctrico (no uniforme) total (alrededor de 4.000 voltios por metro) en el interior de la nube, muy superior al valor del campo eléctrico atmosférico (alrededor de 100 voltios por cada metro de altura). Un campo eléctrico de tal intensidad, interviene con efectividad en la redistribución de las cargas eléctricas, de forma tal que un sector de la nube adquiere carga positiva y otro, carga negativa; en consecuencia, se establece una diferencia de potencial entre estos dos sectores y sí, su valor supera el potencial de ruptura del material de la nube, se produce la descarga eléctrica con la aparición del rayo. La intensa luz emitida por el rayo se difunde entre la nube y la ilumina, surgiendo el relámpago. Según los autores de este modelo, los relámpagos sólo se generan durante la noche porque, durante el día, la luz solar fotodisocia la molécula de metano y disminuye su concentración en la nube; deja sin explicación la sordez de los flashes.

Sin embargo, otros investigadores, como Ángel Viloria P. (2002) cuestiona la afirmación: “Las lagunas y pantanos inundados exhalan continuamente metano por descomposición de los detritus y humus…” de Falcón, por carecer de fundamentación científica experimental; por igual, Muñoz y Díaz (2011) sustentan que tal mecanismo microfísico no se podría mantener en el interior de las nubes debido a fuertes corrientes convectivas ascendentes y descendentes que rápidamente lograrían homogenizar la porción de metano gaseoso en la nube acuosa, lo que incide sobre la disminución en el valor de la constante dieléctrica del material de la nube y, en consecuencia, el campo eléctrico generado por el metano cristalizado, sería insuficiente para provocar la ruptura del dieléctrico (aire-metano), así como la producción de relámpagos con la tasa observada.  

Así que, a pesar del esfuerzo realizado por diversos investigadores, mediante la contrastación de sus observaciones in situ, las atrevidas y creativas hipótesis y los reflexivos análisis sustentados en el método científico, aún, hasta el presente, no se ha logrado desarrollar un modelo atmosférico apropiado que dé cuenta de tan variada gama de procesos naturales que se producen en el Farol del Catatumbo y que mantiene en expectativa a los pobladores surlaguenses, por su peculiar e inmensurable hermosura.


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