Gregoria Cabral
El efecto balón.
Enseñanza basada en señuelos
Los humanos, nos
diferenciamos de las demás especies del planeta por la capacidad creativa de
analizar, inventar, modificar y adaptar el entorno a nuestras necesidades
inmediatas. Desde la aparición en la faz de la tierra, nos hemos caracterizado
por elaborar todo tipos de productos, desde los más sencillos hasta los más sofisticados
e inverosímiles, entre los que destacan los juguetes, presentes en todas las
culturas del mundo desde tiempos primitivos, vitales para la socialización de
la especie; los cuales, hasta han generado esquemas de comportamiento
colectivos. Existen muchos juegos y juguetes tradicionales propios de cada
cultura, pero también existen aquellos que se han convertidos en universales y
que forman parte del acervo cultural mundial. Uno muy particular es la pelota -bola con
propiedades elásticas que se usa para el entretenimiento-, que es y será el
juguete infantil por excelencia. Su capacidad única de desplazarse, rodar y
rebotar bajo la acción del campo gravitacional terrestre y el aire circundante,
ha permitido la estructuración de innumerables juegos como los de béisbol,
fútbol, tenis, pimpón, entre otros.
La pelota se ha integrado por completo
a la escuela como herramienta pedagógica en las clases de Educación Física. Por
consiguiente, una cancha escolar sin balón de volibol, futbol o beisbol, es
como una escuela sin maestros, una iglesia sin sacerdote o una arepa "reina pepiada" sin pollo
y aguacate. Ahora bien, basta lanzar al ruedo un objeto tan elemental como la
pelota, para aglutinar niños, adolescentes y hasta adultos a su alrededor, para
emprender el juego dentro de los cánones establecidos. La pelota genera magia
en su ambiente, encantamiento en los jugadores y espectadores, y entusiasmo,
compromiso y afición, en cualquier espacio-tiempo donde se lance, gire y
rebote. La pelota es el señuelo pedagógico por antonomasia y como tal, ejerce
su función en la cancha escolar. Basta seguir la acción de cualquier actividad
pedagógica en la cancha para darse cuenta de su importancia como recurso
didáctico que llama y mantiene la atención de los estudiantes, y establece
vínculos pedagógicos profesor-alumnos en la hora de clase de educación
física.
De manera semejante debería transcurrir
la acción en el aula de clase o el laboratorio. El docente debe ingeniárselas a
fin de enganchar a sus educandos desde el inicio de clase con una actividad
señuelo tipo pelota, independientemente del contenido a impartir. En
particular, en las clases de Ciencias Naturales, un arreglo experimental sólo
demostrativo, o con la incorporación de las mediciones, hace de perfecto
señuelo. Por definición, cualquier contenido del área de ciencias, involucra
cambios, fenómenos, procesos, transformaciones; de modo que la experimentación
debería ser carta de presentación imprescindible de inicio en cada clase. Por
ejemplo, tratar de explicar la densidad de los materiales sin mostrar
experimentos donde se visualice, que líquidos menos denso flotan sobre los de
mayor densidad, que bajo la acción de la presión sobre la superficie de la
botella de plástico el ludión flota o se hunde; o tratar de enseñar
sumas de fracciones sin visualizarlas ni recurrir al concepto de un medio, un
tercio, un sexto de torta, o de un medio, un cuarto de litro, etc., con los
elementos que nos brindan los espacios cotidianos, es desperdiciar la mejor
oportunidad que dispone el docente para amenizar la clase e ensimismar al grupo
en el tema que trata y discute en el momento.
Sin embargo, otra estrategia didáctica
mucho más elaborada consiste en presentar un experimento donde el conocimiento
previo del estudiante le permita construir su propio modelo para explicar la
fenomenología que presencia, realizar una segunda revisión bajo lo establecido
por el docente según los conceptos, teoría y leyes estudiadas; y finalmente,
mostrarle un experimento trucado con arreglos disimulados, que se contraponga al primero y contradiga los
preceptos científicos conocidos por el estudiante. Posteriormente, bajo la
orientación motivadora del docente, el estudiante debe realizar la revisión de
su modelo hasta lograr una explicación acertada de lo que ocurre en el experimento
trucado.
Así por ejemplo, tras la búsqueda del
diseño de una estrategia didáctica para introducir el concepto de flotación de
cuerpos en líquidos, se recurre a un
primer acto donde se les presenta al estudiante un cubito de hielo
flotando en un vaso de agua y se le orienta a reconstruir su propio modelo previo
con base a la acción de las fuerzas que actúan y la condición de equilibrio
establecida, hasta llegar a la comparación de las densidades de los materiales
como causa del hundimiento o flotación; por consiguiente será necesario
recurrir al tema de los fluidos y al hecho histórico cuando Arquímedes acuñó su
famoso "eureka" por las calles de Siracusa. En el segundo acto, se presenta un segundo
vaso de agua con un cubito de hielo hundido, más un tercer vaso de agua con
otro cubito levitando en la mitad. La experiencia nos manifiesta que todo
cubito de hielo flota en agua; sin embargo, en los vasos segundo y tercero se
da lo contrario: se hunde o levita. A partir de aquí se procede a reconstruir
el modelo original o a averiguar qué cambios se introdujo en el nuevo sistema (cubo
con agua) a fin de lograr la situación observada, que aparentemente contradice
lo observado en el primer experimento. Esta estrategia didáctica, conocida como
Enseñanza Problémica o enseñanza
basada en contradicciones, refuerza la primera estrategia basada en el
experimento clásico como señuelo único para introducir el gusanito de la
curiosidad en la búsqueda de la construcción de explicaciones de
comportamientos de la Naturaleza. Según Guanche A. "La situación problémica se define como un estado de tensión intelectual
que se produce en el alumno al enfrentarse con una contradicción del contenido
de enseñanza que, para él, en ese momento, resulta inexplicable con los
conocimientos que posee acerca del objeto de estudio. La situación la crea el
maestro al revelar a los estudiantes la contradicción"
Por otra parte, consideramos que, la ciencia se debe enseñar bajo un enfoque abierto, flexible, contextualizado, y con una perspectiva inter y transdisciplinaria, compatible con los requerimientos de una escuela productiva e interconectada con el trabajo comunitario. A los educandos se les debe dar una buena formación para que puedan aplicar los procesos y conocimientos científicos y tecnológicos conocidos, para lograr la comprensión y transformación de su entorno social. La tarea del docente es enseñar la ciencia y la tecnología bajo la perspectiva del descubrimiento continuo y supervisado, donde el estudiante aprenda haciendo, redescubriendo, descubriendo y proponiendo alternativas que le faciliten la adquisición de conocimiento científico más y más elaborado. El docente debe incentivar al estudiante para que se interese en recopilar el cúmulo de conocimiento popular (precientífico) presente en su entorno comunitario; para discutirlo, analizarlo, mejorarlo e incorporarlo de nuevo a su comunidad bajo el rigor del análisis científico, e incidir así, en la solución de los diversos problemas de su ambiente inmediato. Pero, sobre todo, se les debe recalcar del papel liberador de la ciencia en la sociedad, en cómo desmitificar y decodificar las creencias adscritas a la ciencia y a los científicos; y concientizarlos de las grandes desigualdades sociales que se generan producto del mal uso de la misma. Se les debe enfatizar que la ciencia no es un cuerpo terminado de principios y leyes, sino que, al contrario, es un proceso continuo de renovación y construcción de conocimiento para la interpretación de la realidad.
Enmarcado en esta manera de enseñar, la física y la química, como ciencias naturales juegan un papel preponderante en la escuela. La cotidianidad se encuentra repleta de procesos físicos y químicos; desde nuestro modo de caminar hasta la forma de escuchar, ver y sentir, tienen relación con estas ciencias. Los complejos tecnológicos de uso diario involucran en su haber muchos de sus procesos. Sin embargo, se requiere enseñar estas ramas del saber, no de forma descontextualizada, sino integrada a las otras ciencias.
De esta forma podremos enseñar el método científico,
mediante estrategias instruccionales lúdicas que permitan mantener la atención
del estudiante en un contenido particular, que aprendan los principios, leyes y
conceptos involucrados y desarrollen a su vez habilidades y destrezas que
fortalezcan su ser.
Escuela para el
Desarrollo Temprano
del
Talento Científico
Orlando
B. Escalona T.1, Gregoria Cabral 2
1 Centro
Latinoamericano y del Caribe para la Investigación
y Enseñanza de la
Ciencia (CELCIEC)-Universidad de Los Andes,
2 U.E. Ezequiel Zamora
Presentación en PowerPoint
Resumen
Se analiza la situación actual de la enseñanza de las ciencias naturales en las instituciones educativas del país y la necesidad imperiosa de la creación de una institución que resuelva la falta de asistencia oportuna a niños, niñas y adolescentes con marcado talento por el conocimiento científico-tecnológico; a fin de generar a corto y mediano plazo, un cuerpo de científicos y tecnólogos comprometidos con la solución de los problemas que presenta el país en este campo. Se describe la estructura de la “Escuela para el Desarrollo Temprano del Talento Científico” con los objetivos que esta cumple, con la intención de formar Talentos en temas científicos extracurriculares. Se menciona que, el presente programa educativo se fundamenta, desde el punto de vista sicológico, en la teoría de las inteligencias múltiples, y se sustenta, desde la visión pedagógica, en el método de enseñanza problémica mediante la presentación de elementos contradictorios, para el desarrollo de capacidades cognoscitivas en los talentos.
Introducción
Es del dominio público que, tanto en
nuestra ciudad de Mérida como en el país, existen desde hace muchos años
ambientes alternativos a los existentes en los institutos educativos, donde se motiva
y atiende el gusto por la música, el deporte, el arte y el teatro, entre otras
actividades extracurriculares; con la finalidad de orientar y desarrollar
habilidades e inclinaciones particulares que los padres y educadores han
observado en niños, niñas y adolescentes en sus primeros años de vida. Por tal
razón, y por otras de carácter pedagógico, el sistema educativo actual
contempla la creación de los “Grupos de creación, recreación y producción
(GCRP)” dentro del currículo escolar para atender estas necesidades
directamente en los respectivos espacios educativos. Sin embargo, aunque se ha
atendido minuciosamente ciertas preferencias individuales de los estudiantes, existe
una habilidad a la que se le ha prestado poca o ninguna atención, como es el
deseo por el conocimiento del tema científico y tecnológico.
En
consecuencia, el presente programa surge por la necesidad de crear el espacio
propicio que permita incentivar y reforzar las habilidades que muestran niños,
niñas y adolescentes de quinto y sexto grado de educación primaria, y de
primero y segundo año de educación básica, por el estudio de los fenómenos
naturales con las leyes y teorías que los rigen, así como las entidades
matemáticas y sus aplicaciones en el mundo real; fundamentado, en la
ampliamente aceptada, Teoría de las Inteligencias Múltiples aplicada en
docencia tal como lo propuso su creador, el neuropsicólogo de la universidad de
Harvard, Howard Gardner (2001). La escogencia de la población de niños y
adolescentes con edades comprendidas entre 10 y 13 años que conforman el grupo
de trabajo, se fundamenta en lo establecido por Jean Piaget en relación al
desarrollo cognitivo del ser humano en sus primeros años de vida.
En tal
sentido, estudiantes del sector La Hechicera, fueron seleccionados por sus
profesores y representantes para participar activamente una vez a la semana
durante cuatro horas académicas en los espacios pedagógicos del Liceo Bolivariano
Alberto Carnevali, parroquia Spinetti Dini del estado Mérida; así como en
diversas instituciones que existen en la ciudad a saber, Centro de
Investigaciones de Astronomía (Observatorio Llano del Hato, Biblioteca
Infantil), Fundacite-Mérida (Infocentro), Universidad de Los Andes (Facultad de
Ciencia, Jardín Botánico), Museo de Ciencias y Tecnología, entre otros.
Esta
actividad pedagógica pretende, en un lapso de dos años consecutivos, atender las
inquietudes cognitivas del grupo de estudiantes seleccionados a fin de reforzar
y desarrollar, principalmente, la inteligencia lógico-matemática -la que
tradicionalmente se asocia con el pensamiento científico, la ciencia y la
tecnología- bajo la metodología del análisis de experiencias relacionadas con
el quehacer científico-tecnológico mediante el trabajo colaborativo en el
laboratorio, y la búsqueda consensuada mediante explicaciones basada en modelos
semicuantitativos elaborados por el propio estudiante, con la precisa
orientación de los profesores del programa.
Por este motivo, este proyecto pedagógico lo hemos denominado “Escuela para el Desarrollo Temprano del Talento Científico”, por constituir un ambiente pedagógico donde se incentiva el amor por el estudio de las ciencias naturales y la matemática, y desarrollan las capacidades cognitivas de niños y adolescente, en particular la inteligencia lógico-matemática.
Nuestra supuesta flojera e ignorancia
Sobre la siguiente afirmación de un
connotado y conocido escritor:"Una de las cosas que está viviendo el país es
la ignorancia y la flojera"; comento lo siguiente. Nos hemos acostumbrado
a etiquetarnos de flojos e ignorantes y a divulgar que lo nuestro no sirve para
nada. Recuerdo, por ejemplo, que no usaba aceite de motor VP porque el Shell o
el Castrol eran los mejores; los cauchos nacionales no los compraba porque eran
de mala calidad y se espichaban de nada. La opinión generalizada es que nuestra
gasolina es pésima y daña los motores. Lo medicamentos genéricos es lo peor del
mercado farmacéutico. La mejor ropa era la “mayamera” aunque la fabriquen en
Colombia y desde ahí la exporten a USA; los zapatos fabricados aquí nunca los
quise… Y así por el estilo.
Me metieron el cuento por mucho
tiempo, que los mejores productos alimenticios eran los de otras latitudes. Sin
embargo, poco a poco se fue posicionando la industria Polar y se impusieron
sólo aquellos que Mendoza fabricaba. La harina pan me hizo arrumar la máquina
de moler maíz sancochao; que me olvidara de la arepa andina de harina de
trigo, del plátano cocío y el asao, del ocumo, la yuca, la batata
y el apio. El aceite vegetal me le quitó el sabroso gusto a la manteca
derretida de mis fritangas. El arroz saborizado me le esfumó el sabor al arroz
picao quemaíto que quedaba en el fondo de la paila que nos hacía mi
mamá. Me cambiaron las dietas de mamá y la abuela. Me olvidé del fororo y la
avena, y opté por el “cornfleic” en las mañanas. El aromático cacao del sur del
lago lo reemplacé por el “todi” y el “nescao”. La “cocacola” destronó de mi sed
el agua de coco verde y la aguita de panela con limón y hielo picao; el “nestí”
también sustituyó al guarapo de panela caliente de mis cenas. Aborrecí la chicha de arroz cuando probé los
exquisitos batidos del “gran mol”. Entonces, me acostumbré a comer hamburguesas
en tú sabes dónde, y dejé de extrañar la arepa de maíz pilao rellena con
carne desmechada deshidratada a punta de sol. Y también cambié el maduro
relleno de queso de año por un perro caliente del quiosco de la esquina. Y me
volví indiferente frente a un casabe acompañando un sancocho de busco. Y
el sabor de la cachapa empezó a saberme amargo porque el maíz de
nuestras cosechas y que era malo y había que optar por el maíz transgénico. Las
carabinas andinas envueltas en hojas de cambur quedaron para el recuerdo
de “aquellos tiempos que no volverán”. Y las parrilladas nunca más las volví
hacer en fogón de leña, porque para eso me compré tremenda parrilla eléctrica
de alta potencia; adiós al fastidioso humo y la desagradable ceniza. Una
navidad me dio por hacer hallacas en papel de aluminio; pero, eso, sí no lo
soporté y retorné a la hoja de plátano; es lo único que no cambiaría.
Dejé de visitar los quiscos a orilla de río de mi pueblo querido. La manamana me parece insípida y la fealdad del armadillo me le corta el supuesto buen sabor que le sentía. El armadillo en fogón de leña dejó de ser mi pescao preferido. Menos que me como ahora un bocachico a la brasa envuelto en masa y hojas de plátano. El bagre rayao ya no lo quiero ver ni nadando. Prefiero meterme en el “gran mol”, y con la pureza del aire acondicionado, degustar un rollito de suchi en sus diversas presentaciones en el mejor restaurante asiático para gente como yo.
La energía
Desde la visión científica, la energía reside en la esencia misma de las
partículas elementales (sin estructura) que conforman al Universo. Tales
partículas elementales tienen diversas propiedades; algunas tienen masa, carga eléctrica,
carga de color y espín; mientras otras, sólo tienen energía; y la energía se
puede transformar en masa y la masa se puede transformar en energía. Por
ejemplo, la luz está formada por partículas energéticas sin masa, conocida como
fotones; y los electrones y los protones de los átomos tiene masa y carga
eléctrica. Además, la materia misma tiene su contraparte conocida como
antimateria, que al reaccionar con la materia se transforman en energía.
Pero la energía también reside en las configuraciones (estructuras) de la materia, es decir en los diversos arreglos que adoptan las partículas elementales (como los quarks y los electrones) para formar bloques más complicados de materia (como átomos y moléculas). Las moléculas se unen para formar estructuras aún más complicadas como las células, y las células se juntan para formar superestructuras como los tejidos orgánicos y las neuronas; por ejemplo, en los seres vivos. Así que, cada vez que se crea una estructura más y más complicada, mayor será la cantidad de energía requerida para construirla y mayor será la cantidad de energía que tendrá acumulada ese sistema (vivo o inanimado). Sin embargo, no basta la energía para conformar estructuras materiales, existe otra cosa conocida por los físicos como la entropía, que se encarga de organizar o “caotizar” todo; es la que decide cómo se deben aglomerar la materia para formar los objetos o cómo se deben desarreglar para desagruparlos. La energía y la entropía son algo así como el inversionista que pone el capital (energía), y el gerente (entropía) quien decide cómo administrarlo.
Diosas y Encantos
de la
Sierra Nevada
Caribay, Tibisay y Carubay
Orlando Escalona
Capítulo VIII
Pregunta escabrosa
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L |
os invitados llegaron temprano como estaba previsto. El
papá de Emy ya tenía puesta la percha de
rigor y procedió a recibirlos y darles la bienvenida. En esta ocasión se
reunieron sólo las tres familias del trío de muchachas.
—¡Adelante!, mis apreciados amigos,
tomen asiento donde les parezca más cómodo. Consideren que están en sus casas.
Como siempre, la torta se picó temprano
por los niños pequeños, bajo un sonoro cumpleaños
feliz entonado por la tía de Emy, miembro del coro universitario. Tres
interpretaciones más a capela de música romántica vieja fueron suficientes para
complacer al cumpleañero, antes de iniciar la conversación. Fue Vero, quién
después de volver a felicitar al agasajado, inició la tertulia sin que nadie se
lo pidiera:
—Señor papá de Emy, usted me va a
disculpar, pero quiero aprovechar la ocasión para plantearle una inquietud que
tengo desde hace días —al mismo tiempo que
le lanzaba una mirada a Mave en búsqueda de
aprobación y apoyo—.
Necesito orientación sobre un tema un poco escabroso para algunos y quién
mejor que usted para proporcionármela. Sé que no es el momento más propicio,
pero es que quisiera aprovechar que estamos reunidas nosotras tres, —y con su
derecha hizo el semicírculo de rigor para incluir a sus dos amigas en el petitorio.
—A ver mi querida Vero, en que te
podemos ayudar, bueno… ¡si es que puedo! Recuerdo la pregunta que me hiciste el
año pasado y aún tengo duda de que la repuesta que te di en aquel momento haya
sido la más indicada.
—Señor
Papá, ¿quién me podría demostrar sí Dios existe? —fue la pregunta lanzada por
Vero sin ninguna introducción previa.
—El año pasado me lanzaste una parecida. Aquel día me removiste el piso y ahora casi me das un nocaut —fue la respuesta del papá de Emy, al mismo tiempo que dejaba entrever una sonrisa de admiración—. Es una inquietud muy interesante, porque mientras la mayoría de tu edad aceptan de plano su existencia, tú le andas buscando “la quinta pata al gato”. Te cuento que, desde ese mismo día ando en búsqueda de un matemático que me demuestre su existencia. De todos los profesionales que conozco, él es el único que podría, no confío en nadie más. Él sabe contar. Y su lógica simbólica lo capacita para hacerlo. Ha descifrado la esencia de los números y me ha contado su infinitud. Sabe dónde merodea el cero y el infinito. Lo busco racional para que me lo ubique entre los números irracionales, aunque sea de penúltimo o de último, del lado izquierdo de la recta o a la derecha. De pronto lo consigue al final de la hilera de dígitos de pi, pero que me lo demuestre con sus axiomas irrefutables. Busco un matemático porque su matemática es infalible frente a preguntas de alta carga conceptual. No me interesa la opinión del teólogo o la del filósofo, menos la del rabino, ni que hablar de algún papa. Es al matemático a quien necesito porque él prescinde de los experimentos, le bastaría con su excelsa psiquis para alcanzar la verdad; no tendría que sostener su búsqueda en incertezas innecesarias. No quiero uno que juegue a los dados porque los podría cargar a su convenir, aunque maneje la curva de Gauss a la perfección. Quiero uno que no crea en su existencia para no contaminar el primer axioma. Si pertenece a su conjunto, el investigado va salir favorecido, e ipso facto expresará: ¡He probado su existencia! Busco un matemático que con la función áurea haya dibujado parte de su propio mundo; aquel que crea fehacientemente en Pitágoras, que no trabaje con conjeturas abiertas, que invente sus propios axiomas y demuestre su existencia irrefutable. Que no deje rendijas entreabiertas. Ando en búsqueda de él, el matemático, no me queda mucho tiempo; de aquel que ayudó a Einstein a torcer el espacio, del que informó a Hawking del agujero de gusano, de aquel otro que participó de los mundos paralelos, en las multicuerdas microscópicas… Busco al que me dijo que: uno más uno no es siempre dos, que depende. Quiero uno que sea exacto, que no saque su moneda de dos caras, uno que ande sin ambigüedades; no uno que me diga dios existe porque lo vi en la sonrisa de aquel niño, en la mirada de la Mona Lisa, en el vuelo de la chupita, en el ocaso de la tarde o en la triada de Orión; en las ecuaciones de Maxwell o en los principios relativistas. Quiero uno que camine con su lógica en búsqueda de la verdad verdadera.
Prólogo
del Dr. Enrique Plata, escritor y profesor de la Universidad de Los Andes, a la novela
Diosas y Encantos de la Sierra Nevada
Portada
PRÓLOGO
EN BUSCA DEL ORIGEN PERDIDO:
ECOS Y MURMULLOS DE LAS DIOSAS
DE LAS
MONTAÑAS ANDINAS MERIDEÑAS
Una de las propuestas que plantea la llamada literatura postmoderna apunta hacia la conformación de la mixtura discursiva. Este pareciera ser un recurso muy valioso para el escritor contemporáneo de estos albores del siglo XXI. Así, en distintas obras narrativas podemos apreciar esta mixtura de géneros discursivos, que le brindan un carácter híbrido a la literatura y esta hibridación o mixtura se apoya desde la inserción, por ejemplo, del discurso musical popular latinoamericano - citas, referencias y alusiones a boleros, salsa, corridos y rancheras mexicanas, merengues, vallenatos, pasajes venezolanos, tangos, etc. -, pasando por ciertas recurrencias epistolares, poéticas, ensayísticas, bordeando el melodrama, lo folletinesco, y algunas manifestaciones del kitsch, visto como apreciación de una cultura popular, sin obviar las recurrencias a los discursos científicos, matemáticos, mitológicos, religiosos e incluso deportivos. Todo ello sin desdeñar ciertas asechanzas, como lo dionisíaco, la perversión, lo apolíneo, lo hedonístico y el discurso de lo femenino en toda su amplitud. Y en el medio, como pez en el agua, la oralidad.
Por otra parte, apuntemos que el conocimiento que de sí misma muestra la sociedad, permite la creación del imaginario social a partir de distintos núcleos socioculturales como los mitos, leyendas, tradiciones, la religión, el progreso, la cultura, la política, las distintas formas de vida colectiva, etc., que devienen en símbolos de trascendencia creativa social, como apunta Touraine (1995), de autoproducción y autotransformación. Símbolos que tejen y configuran la red que constituye a la sociedad, sus complejidades interiores, que acercan o alejan a sus individuos; los encuentros, mediaciones y transversalidades de estos sujetos, o lo que el propio Touraine (1978) llama historicidad, para señalar la evolución social, su tendencia camaleónica, sus porosidades, fisuras, encuentros y pulsiones.
Teniendo en cuenta las anteriores anotaciones, abordaremos a continuación los distintos discursos narrativos que se cruzan y se cimentan unos sobre los otros, en la novela inédita Diosas y encantos de la Sierra Nevada, del escritor venezolano Orlando Escalona (Santa Bárbara del Zulia, 1952), que tuve la dicha y el honor de leer gracias a la gentileza de este dilecto amigo, científico, escritor y profesor de la Universidad de Los Andes en su Facultad de Ciencias.
Diosas y encantos de la Sierra Nevada está estructurada en 20 capítulos y un epílogo, que hilvanarán las distintas historias que allí se narran. Discursos narrativos ficcionales que articula cuentos, ciencia, relatos y metáforas de leyendas indígenas de nuestros Andes merideños. La novela narra la búsqueda que inician tres adolescentes en la Mérida de comienzos del siglo XXI: Mave, ambientalista y literata; Emy, física, racional y pragmática, y Vero, locuaz y de ancestrales historias. Las tres, ignorándolo, salen al reencuentro con sus propias raíces ancestrales, y logran, sorpresivamente, la recuperación de un mundo mítico y perdido. Los constantes cruces de la historia ficcional, con la realidad del entorno contemporáneo, con lo mítico a través de la oralidad y con lo científico académico, resultan exquisitos y le dan una voz narrativa muy fresca y muy original para estos tiempos apremiantes. Los retos mismos que se imponen las tres muchachas para enfrentar las distintas situaciones y asumir su transposición mítica, espiritual y humana contemporánea, resultan tan atractivos como la mágica descripción de la ralentización del tiempo para encontrarse y reconocerse en las princesas que una vez fueron y en las “chamas y princesas” que resultan ser en la actualidad. En este sentido, la fábula narrativa de Orlando Escalona resulta excelente. Vayamos entonces al desmontaje de la obra en su narratividad.
El primer registro literario que debemos reconocer, tanto en la novela en cuestión como en el autor mismo, es su eminente y pulcro gusto por narrar, por contar historias, motivo o hecho éste que tiene toda la tradición originada desde la noche de los tiempos. Orlando Escalona es un narrador – cuentista, novelista y articulista – nato, que siente un placer extraordinario al plasmar sus distintas narraciones en la hoja en blanco, reto que igualmente asume en esta novela y comienza a desgranar, parsimoniosamente, toda la carga memorística que ha venido guardando a lo largo de sus años, sus distintas vivencias, anécdotas y experiencias, en los diversos lugares en donde ha vivido, recuperando a través de ellos, su infancia y su adolescencia en el Sur del Lago de Maracaibo, junto a sus padres y hermanos, un nostálgico y recurrente viaje en tren por esas cálidas tierras que siguen habitando su memoria junto a su gente más querida. Por tanto, leer a Orlando Escalona es degustar el antiquísimo arte de “contar y escuchar” historias, cuentos, leyendas y tradiciones.
Amigos por siempre
¡Qué bendición! Sin duda, es
una gracia de la natura disponer de amigos así. Preocupados por un amigo muy
querido como yo. Con ellos, en esta época de pandemias, me comunico
constantemente con los dispositivos tecnológicos de punta de los últimos
tiempos. Con ellos estoy al día de lo sucedido, lo que sucede y deja de
acontecer, en el presente mundo globalizado. Cada uno me da su visión
particular con magistral elocuencia. Algunas ideas encajan dentro del patrón
que manejo, aunque muchas otras, no. Por eso, tengo amigos que reclaman mi
proceder por no parecerme a sus imágenes y semejanzas. Unos se envalentonan
conmigo por no participar en sus ratos recreativos, seguir sus líneas políticas
e ideológicas, otros por no compartir sus pedagogías, y también tengo de
aquellos con quienes discrepo por no adorar sus deidades. Unos tratan de
introducirme en su línea editorial, en su filosofía de vida, otros en sus
grupos de esparcimiento y licoreros. ¡Hasta una “piedra cervecera”, una
“esquina caliente” y un “estadio” trataron de venderme un día! Es
que me quieren igualitos a sus perfiles. Y se les agradece y entiende. Por
supuesto, si somos amigos, es porque compartimos ideas similares, y por eso
quieren convertirme en su gemelo virtual. Para eso son los amigos, ¡o no! Cada
uno me tiene su molde preparado para reconfigurarme según sus propios preceptos.
Tengo un amigo poeta que me ensalza con su prosa, otro pintor que me deslumbra
con sus formas y colores, y un amigo escritor que me reinventa caminos nuevos que
transitar. Y comparto y apruebo con emoción sus prosas, sus tonalidades y su
verbo. También comparto símbolos, ecuaciones y teorías, con muy buenos amigos
del campo científico. Tengo verdaderos amigos, panas de alta estima,
labrados desde los inicios de mis tiempos; también otros, excelentes, conocidos
en este último trecho que me encuentro transitando.
Muchos de esos amigos me aprecian tanto, que me quisieran ver a sus lados en sus candentes tertulias políticas arregla reinos y tumba mundos; lamentan mi ausencia en la última consagración religiosa de acercamiento al mundo celestial, y me extrañan en cada parranda existencial donde el infalible néctar de los dioses conduce las emociones.
El Farol del Catatumbo
Las noches no
oscurecen en cielos surlaguenses. Sombras intermitentes colman sus espacios
terrenales acompasadas de resplandeceres fulgurantes y silentes; retorcidas
hebras radiantes dibujan senderos atómicos vinculantes de procesos
electrostáticos en altas elevaciones atmosféricas; sus luces despedidas se
fraguan en las profundidades de nubes asomadas con intermitencia natural. Son
oscurantinas salpicadas de rayos y resplandores permanentes en las
temporalidades de la noche. No se permiten noches colmadas de plena oscuridad
en sus predios y poblaciones. Casi siempre, durante cada noche del año, el
fenómeno ha deslumbrado con su enigmática belleza a sus pobladores. Así ha sido
y será, hasta que cambien las condiciones que las originan. Ha sido así,
desde los primeros reportes escritos de aquellos viajeros de altas
latitudes, pero, con seguridad esta fenomenología ha extendido recónditas
raíces en tiempos inmemoriales. Es el relampaguear del Catatumbo, el Farol de
Maracaibo. Relámpago primigenio desde los subsecuentes acomodos de la corteza
terrestre que circunda la cuenca sur del Lago de Maracaibo.
Sus erráticas fulguraciones intermitentes incitan su contemplación en las profundidades de la cuenca lacustre desde tiempos inmemoriales; motivan al fabulador de historias a concertar tramas en el lindero de lo indescriptible y al hacedor de prosa a plasmar sus encantos, al escudriñador de secretos naturales a definir y modelar sus procesos; a enrumbar piraguas por nortes requeridos en noctámbulas estampas. En antaño fue compás de bergantines y timonel de corsarios enrumbado lago adentro; en hogaño aun cautiva su misterioso caudal luminiscente. Diversa literatura se ha acumulado sobre sus míticos orígenes y mucho esfuerzo especializado ha intentado modelar los procesos naturales que internalizan sus profundas nubosidades; aún los físicos más connotados se extravían entre sus intrincados secretos con aproximaciones de orden cero. Ciertamente que tierra, agua, sol y vientos conjugan el entramado que definen sus procederes.
Toda vez que sus fulguraciones resplandecen en el cielo, se hilan cuentos, mitos y leyendas en sus inmediaciones desde nuestros ancestros originarios. Etnias como la Barí las interpretan como bandadas de cocuyos que se reúnen en la zona para rendir tributo a sus entes creadores; los pueblos Yupas y Wayúu las asocian con los resplandores de las almas de sus difuntos.
Hoy en día sabemos que, este singular fenómeno meteorológico forma parte de un dúo (figura 1) de fogonazos intermitentes que se observa entre 180 y 260 noches al año desde las 9 pm hasta las 4 am, con epicentros localizados al suroeste del Lago de Maracaibo: uno muy cerca de la desembocadura del río Catatumbo sobre la Ciénaga de Juan Manuel y parte del mismo lago a 9,5o de latitud norte y 71,5o de longitud este, y otro cerca de la frontera con Colombia a 9o de latitud y 73o de longitud, como reportan observaciones satelitales de los centros de rastreo de “flashes” sobre todo el planeta. El primero se localiza esparcido en un área de 226.000 Km2 con mínima actividad en enero y febrero y máxima en mayo y octubre; el segundo sobre un área más pequeña. En promedio, durante un año, sobre cada kilómetro cuadrado de superficie se producen 250 flashes y, en consecuencia se cataloga esta zona geográfica como la de mayor actividad luminiscente de este tipo en el mundo. Otro fenómeno parecido, por la frecuencia con que ocurren los destellos (~230), se encuentra ubicado sobre la cuenca del rio Congo en África (Burgesser R., Nicora M., Avila E., 2012).
El primer reporte escrito de este fenómeno meteorológico se remonta a 1597, cuando Francis Drake lo menciona en “Relaciones de la Real Audiencia de Panamá”, material que a su vez le sirvió a Lope de Vega para escribir “La Dragontea” (Zabrotsky, 1991; citado por Rodríguez D. Alberto y Escamila V. Francisco). Para 1841, el italiano Giovanni Battista Agostino Codazzi Bartolotti (Agustín Codazzi), primer geógrafo de nuestro país, es quién reseña su ubicación en la obra “Resumen de la Geografía de Venezuela”, cuando manifiesta que “A poco mas de legua de la boca del Zulia ó Escalante está la punta de Aguacaliente, y á su frente en el interior de la selva existe la ciénaga de este nombre ; parece que sus aguas tienen en efecto una temperatura muy alta. En los fuertes calores se ve constantemente en este lugar un relámpago sin explosión que suelen llamar los navegantes el farol de Maracaibo por estar en su meridiano y el de la barra.” Codazzi no se conforma con solamente ubicarlo en la geografía nacional, también se atreve a dar una modesta explicación de la fenomenología que observa cuando expresa: “…parece que la materia eléctrica está concentrada en aquellos parajes, en los cuales se observa todas las noches un fenómeno luminoso que es como un relámpago que de tiempo en tiempo enciende el aire. Desde la mar se mira como si estuviese sobre islas de Toas que está casi en la barra del meridiano de Maracaibo : pasa sobre las bocas del Catatumbo y sirve de guía á los marinos. ¿Será acaso el desprendimiento del gas hidrógeno en las exhalaciones de los pantanos que ocupan un inmenso espacio cerca de las bocas del Catatumbo?”
Por su parte, el ingeniero Melchor Centeno Grau,
realiza en 1911 las primeras observaciones sistemáticas del Relámpago y
correlaciona su origen con los movimientos sísmicos ocurridos en la región
andina, aunque sin ninguna fundamentación científica firme (Laffaille J.).
Andrés Zavrotsky (1991) con su equipo de investigadores de la Universidad de
Los Andes realiza entre 1967 y 1987 cuatro expediciones hacia tierras del sur
del lago y concluye que el fenómeno es la manifestación de descargas
eléctricas entre nubes cargadas y carga aculada en tierra.
Fig.2 El recuadro delimita la región donde se ubican los epicentros del Relámpago del Catatumbo cerca de las Ciénagas de Juan Manuel al noreste del Lago de Maracaibo. Adaptación del Proyecto de Muñoz, A. y colaboradores (2010), disponible en: http://cmc.org.ve/portal/proyectos.php?proyecto=8 .
Nelson Falcón y colaboradores (2000, 2009) también inspeccionan los predios de la Ciénaga y corroboran la existencia de zonas de epicentros cerca de las lagunas Juan Manuel de Aguas Blancas y Aguas Negras, como se puede apreciar en la figura 2. Este equipo de investigadores propone la hipótesis, por vez primera, de que debido a características muy particulares de la región donde ocurren los relámpagos, “el gas metano debe jugar un rol importante en los procesos microfísicos” que dan lugar a su formación. Para sustentar sus afirmaciones, estos investigadores, desarrollaron el siguiente modelo semi cuantitativo. En la zona donde se produce el fenómeno, existen corrientes convectivas producto del calentamiento diurno y de la disminución de la temperatura con la altura (gradiente térmico). Además, es rica en metano (CH4); bien por la descomposición de los detritus y humus de los humedales, o debido al escape del mismo a través de fisuras en el manto rocoso (rico en Kerógeno III) del interior de las ciénagas. El metano se desplaza a la mediana tropósfera (1,6 a 13 Km de altura) por las corrientes convectivas ascendentes y lo distribuye en forma anómala en el interior de las nubes de tormentas tipo cumulonimbos que se forman. Al subir, el metano gaseoso se cristaliza por las bajas temperaturas imperantes en el interior de las nubes y, como posee una configuración de simetría tetraédrica, se auto polariza, produciéndose una redistribución asimétrica de sus cargas eléctricas (semejándose a minúsculos imanes) que pone de manifiesto sus propiedades piroeléctricas; cada cristal polarizado genera un campo eléctrico que contribuye con el incremento del campo eléctrico (no uniforme) total (alrededor de 4.000 voltios por metro) en el interior de la nube, muy superior al valor del campo eléctrico atmosférico (alrededor de 100 voltios por cada metro de altura). Un campo eléctrico de tal intensidad, interviene con efectividad en la redistribución de las cargas eléctricas, de forma tal que un sector de la nube adquiere carga positiva y otro, carga negativa; en consecuencia, se establece una diferencia de potencial entre estos dos sectores y sí, su valor supera el potencial de ruptura del material de la nube, se produce la descarga eléctrica con la aparición del rayo. La intensa luz emitida por el rayo se difunde entre la nube y la ilumina, surgiendo el relámpago. Según los autores de este modelo, los relámpagos sólo se generan durante la noche porque, durante el día, la luz solar fotodisocia la molécula de metano y disminuye su concentración en la nube; deja sin explicación la sordez de los flashes.
Sin embargo, otros investigadores, como Ángel Viloria P. (2002) cuestiona la afirmación: “Las lagunas y pantanos inundados exhalan continuamente metano por descomposición de los detritus y humus…” de Falcón, por carecer de fundamentación científica experimental; por igual, Muñoz y Díaz (2011) sustentan que tal mecanismo microfísico no se podría mantener en el interior de las nubes debido a fuertes corrientes convectivas ascendentes y descendentes que rápidamente lograrían homogenizar la porción de metano gaseoso en la nube acuosa, lo que incide sobre la disminución en el valor de la constante dieléctrica del material de la nube y, en consecuencia, el campo eléctrico generado por el metano cristalizado, sería insuficiente para provocar la ruptura del dieléctrico (aire-metano), así como la producción de relámpagos con la tasa observada.
Así que, a pesar del esfuerzo realizado por
diversos investigadores, mediante la contrastación de sus observaciones in
situ, las atrevidas y creativas hipótesis y los reflexivos análisis sustentados
en el método científico, aún, hasta el presente, no se ha logrado desarrollar
un modelo atmosférico apropiado que dé cuenta de tan variada gama de procesos
naturales que se producen en el Farol del Catatumbo y que mantiene en
expectativa a los pobladores surlaguenses, por su peculiar e
inmensurable hermosura.
Inquietudes
de un Docente
de Ciencias
y
su Entorno de Enseñanza
¿Por qué no hago experimentos en el aula ni en el laboratorio? No los hago porque no tengo el equipo de laboratorio de la universidad donde hice mi carrera; sí hubiese salido con un kit idéntico de física, química o biología, debajo del brazo, además de mi Título, otro sería mi cantar. Mi ilustre universidad me enseñó los conceptos, principios y leyes fundamentales de la ciencia; entendí a la perfección las leyes de Newton y Maxwell, sé de las leyes de Mendel, conozco y sé cómo sintetizar la aspirina, en qué se basa y como aplicar el cálculo diferencial e integral, al igual que el algebra y la geometría, la teoría evolucionista no me es ajena, he leído mucho sobre Humboldt y Darwin. Al pelo apliqué múltiples veces el teorema de Pitágoras, me preguntan sobre óptica y les desarrollo con destreza el funcionamiento del microscopio y el telescopio, les hablo del Hubble, de su estado actual y qué proyecto lo sustituirá, puedo seguir los principios de funcionamiento del microscopio electrónico de transmisión (MET) sin dificultad; sé que a Plutón lo degradaron, que ya no es un planeta, y que la sonda New Horizons lo está reivindicando. Estuve al tanto del descubrimiento del bosón de Higgs, la mal llamada partícula de Dios, y entiendo el cáliz de su trascendencia; también del aterrizaje de la mini sonda Philae sobre el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko en agosto de 2014. Estoy al día en mis conocimientos científicos, me siento actualizado, acabo de salir de la universidad; estoy loquito por aplicarlos en el aula. Ni se diga en pedagogía; interpreté muy bien las enseñanzas de Comenius, participé en seminarios sobre Morin, algo de Simón Rodríguez me enseñaron mis profes, monté estrategias sobre cómo enseñar la ley de inducción de Faraday, y un sin número de otros principios sin experimentos y simulaciones, que mi tutor me exigió, porque "nunca se sabe en qué liceo vas a caer"; y me fue muy bien en los cursos: aprobé. Me gustó mucho la Didáctica y todas sus ramas. Me puñaleé las teorías pedagógicas a la perfección, y me considero experto en técnicas y métodos de enseñanza. Me gustaron las clases magistrales de sicología cognitiva, y cómo disfruté con las inteligencias múltiples de Gardner; este fue uno de mis seminarios preferidos. Y les podría seguir detallando algo más pero este espacio es limitado.
En Búsqueda del Horizonte
Cercano
Para Yálida Suárez
Al fin me decidí, después de darle tanta vuelta en mi mente, a prestarle atención a la inquietud que me mortificaba desde hacía rato. Empecé el viaje programado desde varios días atrás. Salí temprano de mi casa, cuando el sol recién asomaba sus primeros destellos por el borde del gran monte de la serranía. Dije, esta vez si tengo que llegar. Antes, el intento lo había hecho. Estuve caminando por las tardes a lo largo del camino que pasaba frente a la finca de mi papá, como ejercicio anterior para emprender la caminata que planeaba hacer. Aquel día por fin me decidí y arranqué, caminé tanto que no recuerdo cuánto; y de pronto, miro hacia atrás, y el techo de mi casa se habia esfumado. En ese momento sentí el primer temor verdadero de mi vida, me encontré sola e íngrima, sin ninguna alma caritativa que me ofreciera compañía, nadie se habia cruzado conmigo desde que habia partido. El sol aún no se había encaramado tanto en el cielo, pero ya me parecía que había pasado mucho, mucho tiempo. Sabía que, como era domingo, ese día la gente no trabajaba y se quedaba en casa descansando. Sin embargo, recuerdo que respiré profundo, muy profundo, como tres o cuatro veces para tomar aliento, como me recomendaba mi nono: “cuando vusté esté en dificultades y no jaye que hacer, respire profundo y verá mijita que eso rapidito se le pasa ”. Eso mismito lo hice y de inmediato el alma me llegó de nuevo al cuerpo. Seguí andando por el camino empedrao acompañado del trino de las aves y el rumor del arroyo que bajaba desde lo alto de la montaña que llevaba a mi lado. ¡Qué sensación más cautivadora la de haber formado parte, a edad temprana, del mundo natural donde se conjugaban los acordes melodiosos, de aquellos lindos seres del creador, con pinceladas multicolores revoloteando en mañanas del refulgente cielo andino!
Del Pensamiento
de Don Luis Zambrano a la Acción Pedagógica
El presente trabajo trata de la
interpretación y análisis del pensamiento del Tecnólogo Popular Don Luis Zambrano,
hombre de saberes llevados al plano experimental con la finalidad de contribuir
con la solución de diversos problemas de la comunidad. Se eligió el
pensamiento “No espere saber pa’ ponerse a hacer, póngase a
hacer pa’ poder saber” por representar éste su principio de vida y
porque consideramos que se puede aplicar en el plano pedagógico a fin
contribuir con la enseñanza de la ciencia en la educación primaria y secundaria
bolivariana.
“No espere saber…” es no
esperar la realización de estudios especializados en una determinada área para
emprender cualquier actividad; hay que realizarla de una vez para poder
aprender y adquirir conocimiento a medida que se desarrolla. No es
indispensable, según Don Luis, poseer un amplio conocimiento sobre un
determinado tema para realizar un aporte en esa área; se requiere emprender la
tarea y a medida que las dificultades se vayan presentando, se van analizando y
solucionando. Así, se aprende al hacer.
Según Planchart (2007), este ilustre merideño resume el concepto que tiene sobre el saber en la siguiente frase: “El mundo del saber no hay que esperar que le llegue a uno, sino que uno debe irse arrimando al mundo del saber. Cuando usted sube el primer peldaño de la escalera no hay que permitir que se derrumbe. No mire pa’ bajo ni pa’ atrás. En el ejercer está el saber.” Concepción del saber que se concretiza en “No espere saber pa’ ponerse a hacer, póngase a hacer pa’ poder saber”.
Don Luis Zambrano durante toda su vida fue un
cultor del auto aprendizaje. Su origen humilde de familia andina campesina, su
entorno intelectual propio de la época y las restrictivas características
educativas de la localidad rural donde nació y creció, no fue impedimento para
su crecimiento personal en búsqueda del conocimiento científico y técnico. Como
hombre de inquietudes innovadoras, no esperó ir a la academia para obtener el
conocimiento requerido en sus investigaciones experimentales habituales. Fue un
asiduo constructor de saberes en los espacios de la ciencia y la
tecnología; en su constante búsqueda de la solución de los problemas prácticos
de las comunidades andinas, fue su norte la preparación autodidáctica. No
conocía la existencia del número pi y no esperó “saber pa’
ponerse… “ sino que con la agudeza propia de los investigadores más
connotados de la época, lo redescubrió para dar respuestas a sus inquietudes
relacionadas con los engranajes en rotación y aprovechar la energía hidráulica
de las caídas de aguas para convertirla en trabajo mecánico y electricidad; no
tenía a la mano el tornillo requerido para sustentar una pieza mecánica y con
la maestría del mejor tecnólogo de academia lo diseñaba y construía. Su escasa
escolaridad no constituyó barrera para inventar los más insólitos dispositivos
mecánicos que competían con los importados y que eran de difícil adquisición en
un país rural como el nuestro, en su época. Don Luis no esperó el Doctorado
Honoris Causa que le otorgó tardíamente la Universidad de los Andes,
para “saber…”; no, al
contrario se puso “a hacer pa’ poder saber´…” y dar así
respuestas a sus inquietudes intelectuales. Esta frase sintetiza su filosofía
del vivir, propia de un hombre en constante búsqueda de cómo incrementar la
calidad de vida de sus coterráneos a través de la investigación y desarrollo
tecnológico; nos abre un camino para seguir su ejemplo.
Estas sabias enseñanzas de Don Luis, se encuentran
diseminadas en la obra del ilustre pedagogo Samuel Robinson (SR), formador de
la recia personalidad de nuestro Libertador. El primero lo aplica en
tecnología, el segundo en educación. Igualmente, SR tampoco esperó tener a la
mano un modelo pedagógico europeo o norteamericano para utilizarlo en su
desempeño como maestro; al contrario, hizo propuestas a las autoridades
caraqueñas para mejorar la enseñanza en la escuela primaria. Por eso y mucho
más, sus enseñanzas pedagógicas constituyen uno de los pilares fundamentales
del Nuevo Currículo Nacional Bolivariano que el MPPE prontamente implementará
en el sistema educativo nacional.
Tal como Robinson, el pensamiento de Don Luis es
pieza clave para el desarrollo de un modelo educativo cónsono con las
necesidades educativas de los educandos en todos los subsistemas, desde el
Inicial hasta Secundaria Bolivariana. El “no espere…” es el “o
inventamos o erramos…”; es una filosofía de vida, una actitud para
aprender, un método de aprendizaje, un método para enseñar; propio de la
necesidad de conocer la naturaleza de las cosas, de cómo funcionan y cómo se
interrelacionan con los demás componentes del todo. Pero esta necesidad por
conocer y aprender como la sintió Don Luis, se puede convertir en un principio
fundamental para enseñar, para educar construyendo, sin esperar al catedrático
para que nos guíe y nos enseñe con su modelo importado y que ha probado en
espacios educativos extraños a nuestros intereses nacionales y, por lo general,
descontextualizados de nuestra realidad educativa.
Las escuelas con sus estudiantes, maestros,
personal y comunidad, tienen los espacios propicios para la aplicación de esta
máxima (“no espere…”). En
particular, la enseñanza de la ciencia se puede abordar a partir de esta
máxima, considerándola un axioma pedagógico.
La enseñanza de la ciencia en nuestro sistema
educativo se ha hecho, y aún se hace, exclusivamente en forma teórica. En los
cursos que se imparten, no se prevé la búsqueda del conocimiento y el logro de
destrezas y aptitudes a través de la manipulación de los objetos, sino que se
hace énfasis en la “física, la química y la biología de tiza y pizarrón” y el
libro de texto. En particular, los cursos de Física, Química y Matemática, aún
se enseñan bajo el esquema de conceptos aislados y descontextualizados de la
realidad. Según las directrices del Modelo Educativo Bolivariano la ciencia se
debe enseñar bajo un enfoque abierto, flexible, contextualizado, y con una
perspectiva inter y transdisciplinaria, compatible con los requerimientos de
una escuela productiva e interconectada con el trabajo comunitario.
En consecuencia, en el proceso enseñanza
aprendizaje de la ciencia es preciso que el maestro “no espere…” disponer
en cada escuela de un laboratorio equipado con la última tecnología de punta,
para desempeñarse. Al contrario, fundamentado en el “…póngase
a hacer pa’ poder saber”, que utilice todo su potencial creativo para diseñar
estrategias metodológicas experimentales a fin de enseñar la diversidad de
procesos, conceptos y leyes presentes en el área de las ciencias
naturales (física, química y biología). Con material reutilizable, tal
como hacía Don Luis Zambrano para concretar sus inventos, podría diseñar un
laboratorio para la enseñanza, donde se aplique el método científico y dar así
al estudiante, la oportunidad de explorar y observar, comparar y relacionar,
inferir y argumentar; para realizar predicciones sobre el comportamiento del
mundo natural mediante la elaboración de modelos científicos sencillos, acorde
a su nivel cognitivo.
Con los
Proyectos de Aprendizaje (PA), se tiene la oportunidad de aplicar el aprender
haciendo que utilizó el hijo ilustre de Bailadores como principio de vida.
Proyectos estos que deben ser interdisciplinarios para que los estudiantes
aprecien las relaciones existentes entre las diferentes disciplinas.