La energía es una propiedad universal de las cosas concretas, según el
físico y filósofo Mario Bunge; de la misma manera que tienen otras propiedades
como la inercia y la carga eléctrica. La energía es un concepto científico o
espiritual, dependiendo del punto de vista que se comparta. Sin embargo, sin
importar la postura que se asuma, ambas se complementan y se sustentan; y la
evolución de una ha dependido, en parte, de la intervención de la otra.
Desde la visión científica, la energía reside en la esencia misma de las
partículas elementales (sin estructura) que conforman al Universo. Tales
partículas elementales tienen diversas propiedades; algunas tienen masa, carga eléctrica,
carga de color y espín; mientras otras, sólo tienen energía; y la energía se
puede transformar en masa y la masa se puede transformar en energía. Por
ejemplo, la luz está formada por partículas energéticas sin masa, conocida como
fotones; y los electrones y los protones de los átomos tiene masa y carga
eléctrica. Además, la materia misma tiene su contraparte conocida como
antimateria, que al reaccionar con la materia se transforman en energía.
Pero
la energía también reside en las configuraciones (estructuras) de la materia,
es decir en los diversos arreglos que adoptan las partículas elementales (como
los quarks y los electrones) para formar bloques más complicados de materia
(como átomos y moléculas). Las moléculas se unen para formar estructuras aún
más complicadas como las células, y las células se juntan para formar
superestructuras como los tejidos orgánicos y las neuronas; por ejemplo, en los
seres vivos. Así que, cada vez que se crea una estructura más y más complicada,
mayor será la cantidad de energía requerida para construirla y mayor será la
cantidad de energía que tendrá acumulada ese sistema (vivo o inanimado). Sin
embargo, no basta la energía para conformar estructuras materiales, existe otra
cosa conocida por los físicos como la entropía, que se encarga de organizar o “caotizar”
todo; es la que decide cómo se deben aglomerar la materia para formar los
objetos o cómo se deben desarreglar para desagruparlos. La energía y la
entropía son algo así como el inversionista que pone el capital (energía), y el
gerente (entropía) quien decide cómo administrarlo.
os invitados llegaron temprano como estaba previsto. El
papá de Emy ya tenía puesta la percha de
rigor y procedió a recibirlos y darles la bienvenida. En esta ocasión se
reunieron sólo las tres familias del trío de muchachas.
—¡Adelante!, mis apreciados amigos,
tomen asiento donde les parezca más cómodo. Consideren que están en sus casas.
Como siempre, la torta se picó temprano
por los niños pequeños, bajo un sonoro cumpleaños
feliz entonado por la tía de Emy, miembro del coro universitario. Tres
interpretaciones más a capela de música romántica vieja fueron suficientes para
complacer al cumpleañero, antes de iniciar la conversación. Fue Vero, quién
después de volver a felicitar al agasajado, inició la tertulia sin que nadie se
lo pidiera:
—Señor papá de Emy, usted me va a
disculpar, pero quiero aprovechar la ocasión para plantearle una inquietud que
tengo desde hace días —al mismo tiempo que
le lanzaba una mirada a Mave en búsqueda deaprobaciónyapoyo—.Necesito orientación sobre un tema un poco escabroso para algunos y quién
mejor que usted para proporcionármela. Sé que no es el momento más propicio,
pero es que quisiera aprovechar que estamos reunidas nosotras tres, —y con su
derecha hizo el semicírculo de rigor para incluir a sus dos amigas en elpetitorio.
—A ver mi querida Vero, en que te
podemos ayudar, bueno… ¡si es que puedo! Recuerdo la pregunta que me hiciste el
año pasado y aún tengo duda de que la repuesta que te di en aquel momento haya
sido la másindicada.
—Señor
Papá, ¿quién me podría demostrar sí Diosexiste? —fue la pregunta lanzada por
Vero sin ninguna introducción previa.
—El año pasado me lanzaste una parecida. Aquel día me removiste el piso y ahora casi me das unnocaut —fue la respuesta del papá de Emy,
al mismo tiempo que dejaba entrever
una sonrisa de admiración—. Es una
inquietud muy interesante, porque mientras la mayoría de tu edad aceptan de
plano su existencia, tú le andas buscando “la
quinta pata al gato”. Te cuento que, desde ese mismo día ando en búsqueda de un matemático que
me demuestre su existencia. De todos los profesionales que conozco, él eselúnicoquepodría,noconfíoennadiemás.Él sabe contar. Y su lógica simbólica lo capacita para hacerlo. Ha
descifrado la esencia de los números y me ha contado su infinitud. Sabe dónde
merodea el cero y el infinito. Lo busco racional para que me lo ubique entre
los números irracionales, aunque sea de penúltimo o de último, del lado
izquierdo de la recta o a la derecha. De pronto lo consigue al final de la
hilera de dígitos de pi, pero que me
lo demuestre con sus axiomas irrefutables. Busco un matemático porque su
matemática es infalible frente a preguntas de alta carga conceptual. No me
interesa la opinión del teólogo o la del filósofo, menos la del rabino, ni que
hablar de algún papa. Es al matemático a quien necesito porque él prescinde de
los experimentos, le bastaría con su excelsa psiquis para alcanzar la verdad;
no tendría que sostener su búsqueda en incertezas innecesarias. No quiero uno
que juegue a los dados porque los podría cargar a su convenir, aunque maneje la
curva de Gauss a la perfección.
Quiero uno que no crea en su existencia para no contaminar el primer axioma. Si
pertenece a su conjunto, el investigado va salir favorecido, e ipso facto expresará:¡He probado su existencia!
Busco un matemático que con la función áurea haya dibujado parte de su propio
mundo; aquel que crea fehacientemente en Pitágoras,
que no trabaje con conjeturas abiertas, que invente sus propios axiomas y
demuestre su existencia irrefutable. Que no deje rendijas entreabiertas. Ando
en búsqueda de él, el matemático, no me queda mucho tiempo; de aquel que ayudó
a Einstein a torcer el espacio, del que informó a Hawking del agujero de
gusano, de aquel otro que participó de los mundos
paralelos, en las multicuerdas microscópicas…
Busco al que me dijo que: uno más uno no es siempre dos, que depende. Quiero
uno que sea exacto, que no saque su moneda de dos caras, uno que ande sin
ambigüedades; no uno que me diga dios existe
porque lo vi en la sonrisa de aquel niño, en la mirada de la Mona Lisa, en el vuelo de la chupita, en el ocaso de la tarde o en la
triada de Orión; en las ecuaciones de
Maxwell o en los principios relativistas. Quiero uno que camine con su lógica
en búsqueda de la verdad verdadera.
del Dr. Enrique Plata, escritor y profesor de la Universidad de Los Andes, a la novela
Diosas y Encantos de la Sierra Nevada
Portada
El óleo Cinco águilas blancas (2011) que engalana la portada,
pertenece al Dr. Francisco Rivero, profesor,
artista plástico y matemático del Departamento de Matemáticas
de la Universidad de Los Andes-Venezuela.
PRÓLOGO
EN BUSCA DEL ORIGEN PERDIDO:
ECOS Y MURMULLOS DE LAS DIOSAS
DE LAS
MONTAÑAS ANDINAS MERIDEÑAS
Una de las propuestas que plantea la llamada literatura postmoderna apunta hacia la conformación de la mixtura discursiva. Este pareciera ser un recurso muy valioso para el escritor contemporáneo de estos albores del siglo XXI. Así, en distintas obras narrativas podemos apreciar esta mixtura de géneros discursivos, que le brindan un carácter híbrido a la literatura y esta hibridación o mixtura se apoya desde la inserción, por ejemplo, del discurso musical popular latinoamericano - citas, referencias y alusiones a boleros, salsa, corridos y rancheras mexicanas, merengues, vallenatos, pasajes venezolanos, tangos, etc. -, pasando por ciertas recurrencias epistolares, poéticas, ensayísticas, bordeando el melodrama, lo folletinesco, y algunas manifestaciones del kitsch, visto como apreciación de una cultura popular, sin obviar las recurrencias a los discursos científicos, matemáticos, mitológicos, religiosos e incluso deportivos. Todo ello sin desdeñar ciertas asechanzas, como lo dionisíaco, la perversión, lo apolíneo, lo hedonístico y el discurso de lo femenino en toda su amplitud. Y en el medio, como pez en el agua, la oralidad.
Por otra parte, apuntemos que el conocimiento que de sí misma muestra la sociedad, permite la creación del imaginario social a partir de distintos núcleos socioculturales como los mitos, leyendas, tradiciones, la religión, el progreso, la cultura, la política, las distintas formas de vida colectiva, etc., que devienen en símbolos de trascendencia creativa social, como apunta Touraine (1995), de autoproducción y autotransformación. Símbolos que tejen y configuran la red que constituye a la sociedad, sus complejidades interiores, que acercan o alejan a sus individuos; los encuentros, mediaciones y transversalidades de estos sujetos, o lo que el propio Touraine (1978) llama historicidad, para señalar la evolución social, su tendencia camaleónica, sus porosidades, fisuras, encuentros y pulsiones.
Teniendo en cuenta las anteriores anotaciones, abordaremos a continuación los distintos discursos narrativos que se cruzan y se cimentan unos sobre los otros, en la novela inédita Diosas y encantos de la Sierra Nevada, del escritor venezolano Orlando Escalona (Santa Bárbara del Zulia, 1952), que tuve la dicha y el honor de leer gracias a la gentileza de este dilecto amigo, científico, escritor y profesor de la Universidad de Los Andes en su Facultad de Ciencias.
Diosas y encantos de la Sierra Nevada está estructurada en 20 capítulos y un epílogo, que hilvanarán las distintas historias que allí se narran. Discursos narrativos ficcionales que articula cuentos, ciencia, relatos y metáforas de leyendas indígenas de nuestros Andes merideños. La novela narra la búsqueda que inician tres adolescentes en la Mérida de comienzos del siglo XXI: Mave, ambientalista y literata; Emy, física, racional y pragmática, y Vero, locuaz y de ancestrales historias. Las tres, ignorándolo, salen al reencuentro con sus propias raíces ancestrales, y logran, sorpresivamente, la recuperación de un mundo mítico y perdido. Los constantes cruces de la historia ficcional, con la realidad del entorno contemporáneo, con lo mítico a través de la oralidad y con lo científico académico, resultan exquisitos y le dan una voz narrativa muy fresca y muy original para estos tiempos apremiantes. Los retos mismos que se imponen las tres muchachas para enfrentar las distintas situaciones y asumir su transposición mítica, espiritual y humana contemporánea, resultan tan atractivos como la mágica descripción de la ralentización del tiempo para encontrarse y reconocerse en las princesas que una vez fueron y en las “chamas y princesas” que resultan ser en la actualidad. En este sentido, la fábula narrativa de Orlando Escalona resulta excelente. Vayamos entonces al desmontaje de la obra en su narratividad.
El primer registro literario que debemos reconocer, tanto en la novela en cuestión como en el autor mismo, es su eminente y pulcro gusto por narrar, por contar historias, motivo o hecho éste que tiene toda la tradición originada desde la noche de los tiempos. Orlando Escalona es un narrador – cuentista, novelista y articulista – nato, que siente un placer extraordinario al plasmar sus distintas narraciones en la hoja en blanco, reto que igualmente asume en esta novela y comienza a desgranar, parsimoniosamente, toda la carga memorística que ha venido guardando a lo largo de sus años, sus distintas vivencias, anécdotas y experiencias, en los diversos lugares en donde ha vivido, recuperando a través de ellos, su infancia y su adolescencia en el Sur del Lago de Maracaibo, junto a sus padres y hermanos, un nostálgico y recurrente viaje en tren por esas cálidas tierras que siguen habitando su memoria junto a su gente más querida. Por tanto, leer a Orlando Escalona es degustar el antiquísimo arte de “contar y escuchar” historias, cuentos, leyendas y tradiciones.
¡Qué bendición! Sin duda, es
una gracia de la natura disponer de amigos así. Preocupados por un amigo muy
querido como yo. Con ellos, en esta época de pandemias, me comunico
constantemente con los dispositivos tecnológicos de punta de los últimos
tiempos. Con ellos estoy al día de lo sucedido, lo que sucede y deja de
acontecer, en el presente mundo globalizado. Cada uno me da su visión
particular con magistral elocuencia. Algunas ideas encajan dentro del patrón
que manejo, aunque muchas otras, no. Por eso, tengo amigos que reclaman mi
proceder por no parecerme a sus imágenes y semejanzas. Unos se envalentonan
conmigo por no participar en sus ratos recreativos, seguir sus líneas políticas
e ideológicas, otros por no compartir sus pedagogías, y también tengo de
aquellos con quienes discrepo por no adorar sus deidades. Unos tratan de
introducirme en su línea editorial, en su filosofía de vida, otros en sus
grupos de esparcimiento y licoreros. ¡Hasta una “piedra cervecera”, una
“esquina caliente” y un “estadio” trataron de venderme un día! Es
que me quieren igualitos a sus perfiles. Y se les agradece y entiende. Por
supuesto, si somos amigos, es porque compartimos ideas similares, y por eso
quieren convertirme en su gemelo virtual. Para eso son los amigos, ¡o no! Cada
uno me tiene su molde preparado para reconfigurarme según sus propios preceptos.
Tengo un amigo poeta que me ensalza con su prosa, otro pintor que me deslumbra
con sus formas y colores, y un amigo escritor que me reinventa caminos nuevos que
transitar. Y comparto y apruebo con emoción sus prosas, sus tonalidades y su
verbo. También comparto símbolos, ecuaciones y teorías, con muy buenos amigos
del campo científico. Tengo verdaderos amigos, panas de alta estima,
labrados desde los inicios de mis tiempos; también otros, excelentes, conocidos
en este último trecho que me encuentro transitando.
Muchos de esos amigos me
aprecian tanto, que me quisieran ver a sus lados en sus candentes tertulias
políticas arregla reinos y tumba mundos; lamentan mi ausencia en la última
consagración religiosa de acercamiento al mundo celestial, y me extrañan en
cada parranda existencial donde el infalible néctar de los dioses conduce las
emociones.
Fig. 0 Fotograma del video Catatumbo Lightning - The Neverending Storm. Cortesía de https://www.youtube.com/watch?v=seWRO9Gf8mE
Las noches no
oscurecen en cielos surlaguenses. Sombras intermitentes colman sus espacios
terrenales acompasadas de resplandeceres fulgurantes y silentes; retorcidas
hebras radiantes dibujan senderos atómicos vinculantes de procesos
electrostáticos en altas elevaciones atmosféricas; sus luces despedidas se
fraguan en las profundidades de nubes asomadas con intermitencia natural. Son
oscurantinas salpicadas de rayos y resplandores permanentes en las
temporalidades de la noche. No se permiten noches colmadas de plena oscuridad
en sus predios y poblaciones. Casi siempre, durante cada noche del año, el
fenómeno ha deslumbrado con su enigmática belleza a sus pobladores. Así ha sido
y será, hasta que cambien las condiciones que las originan. Ha sido así,
desde los primeros reportes escritos de aquellos viajeros de altas
latitudes, pero, con seguridad esta fenomenología ha extendido recónditas
raíces en tiempos inmemoriales. Es el relampaguear del Catatumbo, el Farol de
Maracaibo. Relámpago primigenio desde los subsecuentes acomodos de la corteza
terrestre que circunda la cuenca sur del Lago de Maracaibo.
Sus erráticas fulguraciones intermitentes incitan
su contemplación en las profundidades de la cuenca lacustre desde tiempos
inmemoriales; motivan al fabulador de historias a concertar tramas en el
lindero de lo indescriptible y al hacedor de prosa a plasmar sus encantos, al
escudriñador de secretos naturales a definir y modelar sus procesos; a enrumbar
piraguas por nortes requeridos en noctámbulas estampas. En antaño fue compás de
bergantines y timonel de corsarios enrumbado lago adentro; en hogaño aun
cautiva su misterioso caudal luminiscente. Diversa literatura se ha
acumulado sobre sus míticos orígenes y mucho esfuerzo especializado ha
intentado modelar los procesos naturales que internalizan sus profundas nubosidades;
aún los físicos más connotados se extravían entre sus intrincados secretos con
aproximaciones de orden cero. Ciertamente que tierra, agua, sol y vientos
conjugan el entramado que definen sus procederes.
Toda vez que sus fulguraciones resplandecen en el
cielo, se hilan cuentos, mitos y leyendas en sus inmediaciones desde nuestros
ancestros originarios. Etnias como la Barí las interpretan como bandadas
de cocuyos que se reúnen en la zona para rendir tributo a sus entes creadores;
los pueblos Yupas y Wayúu las asocian con los resplandores de las
almas de sus difuntos.
Hoy en día sabemos que, este singular fenómeno
meteorológico forma parte de un dúo (figura 1) de fogonazos intermitentes que
se observa entre 180 y 260 noches al año desde las 9 pm hasta las 4 am, con
epicentros localizados al suroeste del Lago de Maracaibo: uno muy cerca de la
desembocadura del río Catatumbo sobre la Ciénaga de Juan Manuel y
parte del mismo lago a 9,5o de latitud norte y 71,5o de
longitud este, y otro cerca de la frontera con Colombia a 9o de
latitud y 73o de longitud, como reportan observaciones
satelitales de los centros de rastreo de “flashes” sobre todo el planeta. El
primero se localiza esparcido en un área de 226.000 Km2 con
mínima actividad en enero y febrero y máxima en mayo y octubre; el segundo
sobre un área más pequeña. En promedio, durante un año, sobre cada kilómetro
cuadrado de superficie se producen 250 flashes y, en consecuencia se cataloga
esta zona geográfica como la de mayor actividad luminiscente de este tipo en el
mundo. Otro fenómeno parecido, por la frecuencia con que ocurren los destellos
(~230), se encuentra ubicado sobre la cuenca del rio Congo en África (Burgesser R., Nicora
M., Avila E., 2012).
Fig. 1 Ubicación geográfica de los
dos relámpagos para los años 2009 y 2010. El color rojo corresponde a un
número mayor de flashes. Adaptado del artículo de Burgesser R. et al.
(2012).
El primer reporte escrito de este fenómeno
meteorológico se remonta a 1597, cuando Francis Drake lo menciona en “Relaciones
de la Real Audiencia de Panamá”, material que a su vez le sirvió a Lope de
Vega para escribir “La Dragontea” (Zabrotsky, 1991; citado por Rodríguez D.
Alberto y Escamila V. Francisco). Para 1841, el italiano Giovanni Battista
Agostino Codazzi Bartolotti (Agustín Codazzi), primer geógrafo de nuestro país,
es quién reseña su ubicación en la obra “Resumen de la Geografía de
Venezuela”, cuando manifiesta que “A poco mas de legua de la boca
del Zulia ó Escalante está la punta de Aguacaliente, y á su frente en el
interior de la selva existe la ciénaga de este nombre ; parece que sus aguas
tienen en efecto una temperatura muy alta. En los fuertes calores se ve
constantemente en este lugar un relámpago sin explosión que suelen llamar los
navegantes el farol de Maracaibo por estar en su meridiano y
el de la barra.” Codazzi no se conforma con solamente ubicarlo en la
geografía nacional, también se atreve a dar una modesta explicación de la
fenomenología que observa cuando expresa: “…parece que la materia
eléctrica está concentrada en aquellos parajes, en los cuales se observa todas
las noches un fenómeno luminoso que es como un relámpago que de tiempo en
tiempo enciende el aire. Desde la mar se mira como si estuviese sobre islas de
Toas que está casi en la barra del meridiano de Maracaibo : pasa sobre las
bocas del Catatumbo y sirve de guía á los marinos. ¿Será acaso el
desprendimiento del gas hidrógeno en las exhalaciones de los pantanos que
ocupan un inmenso espacio cerca de las bocas del Catatumbo?”
Por su parte, el ingeniero Melchor Centeno Grau,
realiza en 1911 las primeras observaciones sistemáticas del Relámpago y
correlaciona su origen con los movimientos sísmicos ocurridos en la región
andina, aunque sin ninguna fundamentación científica firme (Laffaille J.).
Andrés Zavrotsky (1991) con su equipo de investigadores de la Universidad de
Los Andes realiza entre 1967 y 1987 cuatro expediciones hacia tierras del sur
del lago y concluye que el fenómeno es la manifestación de descargas
eléctricas entre nubes cargadas y carga aculada en tierra.
Fig.2 El
recuadro delimita la región donde se ubican los epicentros del Relámpago del
Catatumbo cerca de las Ciénagas de Juan Manuel al noreste del Lago de
Maracaibo. Adaptación del Proyecto de Muñoz, A. y colaboradores (2010),
disponible en: http://cmc.org.ve/portal/proyectos.php?proyecto=8 .
Nelson Falcón y colaboradores (2000, 2009) también
inspeccionan los predios de la Ciénaga y corroboran la existencia de zonas de
epicentros cerca de las lagunas Juan Manuel de Aguas Blancas y Aguas Negras,
como se puede apreciar en la figura 2. Este equipo de investigadores propone la
hipótesis, por vez primera, de que debido a características muy particulares de
la región donde ocurren los relámpagos, “el gas metano debe jugar un rol
importante en los procesos microfísicos” que dan lugar a su formación. Para
sustentar sus afirmaciones, estos investigadores, desarrollaron el siguiente
modelo semi cuantitativo. En la zona donde se produce el fenómeno, existen
corrientes convectivas producto del calentamiento diurno y de la disminución de
la temperatura con la altura (gradiente térmico). Además, es rica en metano (CH4);
bien por la descomposición de los detritus y humus de los humedales, o
debido al escape del mismo a través de fisuras en el manto rocoso (rico en
Kerógeno III) del interior de las ciénagas. El metano se desplaza a la mediana
tropósfera (1,6 a 13 Km de altura) por las corrientes convectivas
ascendentes y lo distribuye en forma anómala en el interior de las nubes
de tormentas tipo cumulonimbos que se forman. Al subir, el metano gaseoso se
cristaliza por las bajas temperaturas imperantes en el interior de las nubes y,
como posee una configuración de simetría tetraédrica, se auto polariza,
produciéndose una redistribución asimétrica de sus cargas eléctricas
(semejándose a minúsculos imanes) que pone de manifiesto sus propiedades
piroeléctricas; cada cristal polarizado genera un campo eléctrico que
contribuye con el incremento del campo eléctrico (no uniforme) total (alrededor
de 4.000 voltios por metro) en el interior de la nube, muy superior al valor
del campo eléctrico atmosférico (alrededor de 100 voltios por cada metro de
altura). Un campo eléctrico de tal intensidad, interviene con efectividad en la
redistribución de las cargas eléctricas, de forma tal que un sector de la nube
adquiere carga positiva y otro, carga negativa; en consecuencia, se establece
una diferencia de potencial entre estos dos sectores y sí, su valor supera el
potencial de ruptura del material de la nube, se produce la descarga eléctrica
con la aparición del rayo. La intensa luz emitida por el rayo se difunde entre
la nube y la ilumina, surgiendo el relámpago. Según los autores de este modelo,
los relámpagos sólo se generan durante la noche porque, durante el día, la luz
solar fotodisocia la molécula de metano y disminuye su concentración en
la nube; deja sin explicación la sordez de los flashes.
Sin embargo, otros investigadores, como Ángel
Viloria P. (2002) cuestiona la afirmación: “Las lagunas y pantanos inundados
exhalan continuamente metano por descomposición de los detritus y humus…”
de Falcón, por carecer de fundamentación científica experimental; por igual, Muñoz
y Díaz (2011) sustentan que tal mecanismo microfísico no se podría mantener en
el interior de las nubes debido a fuertes corrientes convectivas ascendentes y
descendentes que rápidamente lograrían homogenizar la porción de metano gaseoso
en la nube acuosa, lo que incide sobre la disminución en el valor de la
constante dieléctrica del material de la nube y, en consecuencia, el campo
eléctrico generado por el metano cristalizado, sería insuficiente para provocar
la ruptura del dieléctrico (aire-metano), así como la producción de relámpagos
con la tasa observada.
Así que, a pesar del esfuerzo realizado por
diversos investigadores, mediante la contrastación de sus observaciones in
situ, las atrevidas y creativas hipótesis y los reflexivos análisis sustentados
en el método científico, aún, hasta el presente, no se ha logrado desarrollar
un modelo atmosférico apropiado que dé cuenta de tan variada gama de procesos
naturales que se producen en el Farol del Catatumbo y que mantiene en
expectativa a los pobladores surlaguenses, por su peculiar e
inmensurable hermosura.
¿Por qué no
hago experimentos en el aula ni en el laboratorio? No los hago porque no tengo
el equipo de laboratorio de la universidad donde hice mi carrera; sí hubiese
salido con un kit idéntico de física, química o biología, debajo del brazo,
además de mi Título, otro sería mi cantar. Mi ilustre universidad me enseñó los
conceptos, principios y leyes fundamentales de la ciencia; entendí a la
perfección las leyes de Newton y Maxwell, sé de las leyes de Mendel, conozco y
sé cómo sintetizar la aspirina, en qué se basa y como aplicar el cálculo
diferencial e integral, al igual que el algebra y la geometría, la teoría
evolucionista no me es ajena, he leído mucho sobre Humboldt y Darwin. Al pelo
apliqué múltiples veces el teorema de Pitágoras, me preguntan sobre óptica y
les desarrollo con destreza el funcionamiento del microscopio y el telescopio,
les hablo del Hubble, de su estado actual y qué proyecto lo sustituirá, puedo
seguir los principios de funcionamiento del microscopio electrónico de
transmisión (MET) sin dificultad; sé que a Plutón lo degradaron, que ya no es
un planeta, y que la sonda New Horizons lo está reivindicando. Estuve al tanto
del descubrimiento del bosón de Higgs, la mal llamada partícula de Dios, y
entiendo el cáliz de su trascendencia; también del aterrizaje de la mini sonda
Philae sobre el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko en agosto de 2014. Estoy al
día en mis conocimientos científicos, me siento actualizado, acabo de salir de
la universidad; estoy loquito por aplicarlos en el aula. Ni se diga en
pedagogía; interpreté muy bien las enseñanzas de Comenius, participé en
seminarios sobre Morin, algo de Simón Rodríguez me enseñaron mis profes, monté
estrategias sobre cómo enseñar la ley de inducción de Faraday, y un sin número
de otros principios sin experimentos y simulaciones, que mi tutor me exigió,
porque "nunca se sabe en qué liceo vas a caer"; y me fue muy
bien en los cursos: aprobé. Me gustó mucho la Didáctica y todas sus
ramas. Me puñaleé las teorías pedagógicas a la perfección, y me considero
experto en técnicas y métodos de enseñanza. Me gustaron las clases magistrales
de sicología cognitiva, y cómo disfruté con las inteligencias múltiples de
Gardner; este fue uno de mis seminarios preferidos. Y les podría seguir
detallando algo más pero este espacio es limitado.
Al fin me decidí, después de darle tanta vuelta en mi mente, a prestarle atención a la inquietud que me mortificaba desde hacía rato. Empecé el viaje programado desde varios días atrás. Salí temprano de mi casa, cuando el sol recién asomaba sus primeros destellos por el borde del gran monte de la serranía. Dije, esta vez si tengo que llegar. Antes, el intento lo había hecho. Estuve caminando por las tardes a lo largo del camino que pasaba frente a la finca de mi papá, como ejercicio anterior para emprender la caminata que planeaba hacer. Aquel día por fin me decidí y arranqué, caminé tanto que no recuerdo cuánto; y de pronto, miro hacia atrás, y el techo de mi casa se habia esfumado. En ese momento sentí el primer temor verdadero de mi vida, me encontré sola e íngrima, sin ninguna alma caritativa que me ofreciera compañía, nadie se habia cruzado conmigo desde que habia partido. El sol aún no se había encaramado tanto en el cielo, pero ya me parecía que había pasado mucho, mucho tiempo. Sabía que, como era domingo, ese día la gente no trabajaba y se quedaba en casa descansando. Sin embargo, recuerdo que respiré profundo, muy profundo, como tres o cuatro veces para tomar aliento, como me recomendaba mi nono: “cuando vusté esté en dificultades y no jaye que hacer, respire profundo y verá mijita que eso rapidito se le pasa ”. Eso mismito lo hice y de inmediato el alma me llegó de nuevo al cuerpo. Seguí andando por el camino empedrao
acompañado del trino de las aves y el rumor del arroyo que bajaba desde lo alto de la montaña que llevaba a mi lado. ¡Qué sensación más cautivadora la de haber formado parte, a edad temprana, del mundo natural donde se conjugaban los acordes melodiosos, de aquellos lindos seres del creador, con pinceladas multicolores revoloteando en mañanas del refulgente cielo andino!
Del Pensamiento
de Don Luis Zambrano a la Acción Pedagógica
“No espere saber pa’ ponerse a hacer, póngase a hacer pa’ poder saber”
El presente trabajo trata de la
interpretación y análisis del pensamiento del Tecnólogo Popular Don Luis Zambrano,
hombre de saberes llevados al plano experimental con la finalidad de contribuir
con la solución de diversos problemas de la comunidad. Se eligió el
pensamiento “No espere saber pa’ ponerse a hacer, póngase a
hacer pa’ poder saber” por representar éste su principio de vida y
porque consideramos que se puede aplicar en el plano pedagógico a fin
contribuir con la enseñanza de la ciencia en la educación primaria y secundaria
bolivariana.
“No espere saber…”esno
esperar la realización de estudios especializados en una determinada área para
emprender cualquier actividad; hay que realizarla de una vez para poder
aprender y adquirir conocimiento a medida que se desarrolla. No es
indispensable, según Don Luis, poseer un amplio conocimiento sobre un
determinado tema para realizar un aporte en esa área; se requiere emprender la
tarea y a medida que las dificultades se vayan presentando, se van analizando y
solucionando. Así, se aprende al hacer.
Según Planchart (2007), este ilustre merideño resume
el concepto que tiene sobre el saber en la siguiente frase: “El
mundo del saber no hay que esperar que le llegue a uno, sino que uno debe irse
arrimando al mundo del saber. Cuando usted sube el primer peldaño de la
escalera no hay que permitir que se derrumbe. No mire pa’ bajo ni pa’ atrás. En
el ejercer está el saber.” Concepción del saber que se concretiza en “No espere
saber pa’ ponerse a hacer, póngase a hacer pa’ poder saber”.
Don Luis Zambrano durante toda su vida fue un
cultor del auto aprendizaje. Su origen humilde de familia andina campesina, su
entorno intelectual propio de la época y las restrictivas características
educativas de la localidad rural donde nació y creció, no fue impedimento para
su crecimiento personal en búsqueda del conocimiento científico y técnico. Como
hombre de inquietudes innovadoras, no esperó ir a la academia para obtener el
conocimiento requerido en sus investigaciones experimentales habituales. Fue un
asiduo constructor de saberes en los espacios de la ciencia y la
tecnología; en su constante búsqueda de la solución de los problemas prácticos
de las comunidades andinas, fue su norte la preparación autodidáctica. No
conocía la existencia del número pi y no esperó “saber pa’
ponerse… “ sino que con la agudeza propia de los investigadores más
connotados de la época, lo redescubrió para dar respuestas a sus inquietudes
relacionadas con los engranajes en rotación y aprovechar la energía hidráulica
de las caídas de aguas para convertirla en trabajo mecánico y electricidad; no
tenía a la mano el tornillo requerido para sustentar una pieza mecánica y con
la maestría del mejor tecnólogo de academia lo diseñaba y construía. Su escasa
escolaridad no constituyó barrera para inventar los más insólitos dispositivos
mecánicos que competían con los importados y que eran de difícil adquisición en
un país rural como el nuestro, en su época. Don Luis no esperó el Doctorado
Honoris Causa que le otorgó tardíamente la Universidad de los Andes,
para “saber…”; no, al
contrario se puso “a hacer pa’ poder saber´…” y dar así
respuestas a sus inquietudes intelectuales. Esta frase sintetiza su filosofía
del vivir, propia de un hombre en constante búsqueda de cómo incrementar la
calidad de vida de sus coterráneos a través de la investigación y desarrollo
tecnológico; nos abre un camino para seguir su ejemplo.
Estas sabias enseñanzas de Don Luis, se encuentran
diseminadas en la obra del ilustre pedagogo Samuel Robinson (SR), formador de
la recia personalidad de nuestro Libertador. El primero lo aplica en
tecnología, el segundo en educación. Igualmente, SR tampoco esperó tener a la
mano un modelo pedagógico europeo o norteamericano para utilizarlo en su
desempeño como maestro; al contrario, hizo propuestas a las autoridades
caraqueñas para mejorar la enseñanza en la escuela primaria. Por eso y mucho
más, sus enseñanzas pedagógicas constituyen uno de los pilares fundamentales
del Nuevo Currículo Nacional Bolivariano que el MPPE prontamente implementará
en el sistema educativo nacional.
Tal como Robinson, el pensamiento de Don Luis es
pieza clave para el desarrollo de un modelo educativo cónsono con las
necesidades educativas de los educandos en todos los subsistemas, desde el
Inicial hasta Secundaria Bolivariana. El “no espere…” es el“o
inventamos o erramos…”; es una filosofía de vida, una actitud para
aprender, un método de aprendizaje, un método para enseñar; propio de la
necesidad de conocer la naturaleza de las cosas, de cómo funcionan y cómo se
interrelacionan con los demás componentes del todo. Pero esta necesidad por
conocer y aprender como la sintió Don Luis, se puede convertir en un principio
fundamental para enseñar, para educar construyendo, sin esperar al catedrático
para que nos guíe y nos enseñe con su modelo importado y que ha probado en
espacios educativos extraños a nuestros intereses nacionales y, por lo general,
descontextualizados de nuestra realidad educativa.
Las escuelas con sus estudiantes, maestros,
personal y comunidad, tienen los espacios propicios para la aplicación de esta
máxima (“no espere…”). En
particular, la enseñanza de la ciencia se puede abordar a partir de esta
máxima, considerándola un axioma pedagógico.
La enseñanza de la ciencia en nuestro sistema
educativo se ha hecho, y aún se hace, exclusivamente en forma teórica. En los
cursos que se imparten, no se prevé la búsqueda del conocimiento y el logro de
destrezas y aptitudes a través de la manipulación de los objetos, sino que se
hace énfasis en la “física, la química y la biología de tiza y pizarrón” y el
libro de texto. En particular, los cursos de Física, Química y Matemática, aún
se enseñan bajo el esquema de conceptos aislados y descontextualizados de la
realidad. Según las directrices del Modelo Educativo Bolivariano la ciencia se
debe enseñar bajo un enfoque abierto, flexible, contextualizado, y con una
perspectiva inter y transdisciplinaria, compatible con los requerimientos de
una escuela productiva e interconectada con el trabajo comunitario.
En consecuencia, en el proceso enseñanza
aprendizaje de la ciencia es preciso que el maestro “no espere…” disponer
en cada escuela de un laboratorio equipado con la última tecnología de punta,
para desempeñarse. Al contrario, fundamentado en el“…póngase
a hacer pa’ poder saber”,que utilice todo su potencial creativo para diseñar
estrategias metodológicas experimentales a fin de enseñar la diversidad de
procesos, conceptos y leyes presentes en el área de las ciencias
naturales (física, química y biología). Con material reutilizable, tal
como hacía Don Luis Zambrano para concretar sus inventos, podría diseñar un
laboratorio para la enseñanza, donde se aplique el método científico y dar así
al estudiante, la oportunidad de explorar y observar, comparar y relacionar,
inferir y argumentar; para realizar predicciones sobre el comportamiento del
mundo natural mediante la elaboración de modelos científicos sencillos, acorde
a su nivel cognitivo.
Con los
Proyectos de Aprendizaje (PA), se tiene la oportunidad de aplicar el aprender
haciendo que utilizó el hijo ilustre de Bailadores como principio de vida.
Proyectos estos que deben ser interdisciplinarios para que los estudiantes
aprecien las relaciones existentes entre las diferentes disciplinas.
Aparece
una voz que merodea su entorno y le cautiva su mensaje. Lo escruta y lo compara,
empieza a descifrar sus códigos y siente que se asemejan a los suyos. ¿De dónde
vienen? ¿Se escaparon del mundo de atrás, del mundo de alante, de aquel que
casi olvida? Pertenecen al mundo interior que quiere ser atendido. Le presta
atención y le parece que esos son. Es su voz interior que se hace sentir de esa
manera. Resuena desde muy adentro. Le dice, acompáñate de ella. Esa voz vibra
con cada pensamiento. Te reta a descubrirla, te invita a seguirla. Déjate
llevar. Quiere que la plasmes en un axioma matemático, en un poema, en relatos
de tu propia vida. Atiéndela, esa voz quiere hacerte compañía para decirte que
eres tú mismo. Qué es tu fuero interno viajando por los tiempos. Es el haz y el
envés de tu presente que te habla desde lo transcurrido y también del devenir. Cuando
evocas, esa voz, arrastra sin sabores, penas y alegrías. Déjala corretear por donde
quiere hasta que depure tu presente. Déjala sumergirse en lo que queda por
venir y usa la imagen especular que te presenta. Esa voz, algunas veces se te
escapa en tonos melodiosos y se sumerge en tu propia conversación. Y sientes que
inunda tu ambiente y te susurra al oído. Déjala que le cante a los dioses del
Olimpo y síguele el ritmo que te brinda. Baila con ella, tu voz. Invítala a que
te narre sus caprichos, sus desavenencias, alegrías y sentires. Dile que te
hable en castellano, que no te hable en prosa estilizada ni se vaya por la
tangente, que te diga las cosas por sus nombres, tal como son. Si se te escapó
es que quiere atender tus motivaciones. No la encierres de nuevo. No la mates.
Síguela, te llevará al antes y al después. Y verás que el espectro temporal es sólo
uno y aunque se despliegue en tres a cada rato, sí lo mantienes confinado en el
presente, habrás entendido lo que es vivir.
sábado, 25 de septiembre de 2021
Gemelo Fractálico
Con
el fuerte suspiro lanzado al aire, retomó sus pensamientos. La imagen duplicada
recobró su memoria. Recordó cómo había revisado con esmero su semblante frente
al espejo de laguna por el tenue rasgo que aquel día se asomó con timidez. El
leve abultamiento que notó en el entrecejo lo remontó a la época que adoptó de
punto cero, de referente. Se convirtió en su estigma. A partir de entonces ya
la vida no sería igual, por vez primera se dio cuenta que había un antes y un
después en su existencia e invisibilizó su rostro para siempre. No le hacía
falta, porque podía verse a través de ojos ajenos donde gran parte de su mundo
se encontraba reflejado y pasajes de su historia se encontraban escritos. La
huella del entramado espaciotemporal comenzó a dejar sus rastros desde aquel
instante crucial. Algunas veces lo vio pasar fugaz sin esperarlo, otras, en su
regazo seguía su compás; muchas, se le perdía en las profundidades de lo
anterior. Y cayó en cuenta de la estrecha relación que mantenía con su mundo
interior, con sus pensamientos y emociones, y que cada uno de estos quedaba
registrado en su semblante. La tersa imagen primaria grabada en su memoria fue
transmutando en vertiente extendida sobre su noble faz; mientras, otra imagen
como la suya permanecía inmutable en la lejana profundidad del Universo. Sin
verse, podía seguir el historial de épocas vividas ubicadas en cada una de sus
ramificaciones. Cada rasgo era la pieza precisa del gran rompecabezas que había
armado con su vida, y era asiento de un relato que encajaba perfectamente con
los adyacentes. Cada surco, cada estría, tenía su porqué en aquel rostro
multi-líneas de estructura fractálica y guardaba una estrecha relación
con el entramado epidérmico que se extendía con sobriedad sobre el enjuto
rostro. Se evidenciaba una norma establecida con la edad. Lo sabía, conocía la
historia de cada traza invisible para él, porque eran producto de su propia
configuración. Pocas fueron impuestas, y escasas debido al azar. Previo a cada
experiencia que tendría, sabía la ubicación precisa que tomaría en tan
inusitado código facial. Desde aquel día nunca más se vio el rostro, pero lo
precisaba con tantos detalles en su interior como imagen cuadridimensional,
que trascendía su presencia visual ¿Y por qué lo hizo? Para congelarlo en su
mundo interior y medir cualquier efecto que le sirviera de comparación; con la
pretensión de lograr una dimensión más en lo faltado por vivir y liberarse de
sí mismo a través de la trama temporal.
Entre tanto, su otra imagen, la que dejó escapar hacía más
allá del inmensurable universo, deambulaba con la mínima afectación entre las
redes espacio-temporales que encontraba a su paso. La lozanía que imperaba
imperturbable sobre su cuerpo y faz, y la jovial sonrisa disimulada entre los
destellos titilantes salpicando en su rostro, daba cuenta de las predicciones
de la infalible Teoría.
El cuento que ahora le voy a echar mi querida nietecita Mave, tiene que ver con nuestros inicios. Hace mucho, pero muchisísimo tiempo que eso pasó, no sé hace cuántos segundos, como dice el profesor de su escuela que le contó a vusté la mesma historia con sus ojos de persona leída. Yo le digo que eso sucedió hace muchas lunas, cuando el sol no era sol ni la luna era luna, cuando no había nada, ni siquiera luz, menos nosotros. Ellos me lo contaron toitíco, ¿cómo se enteraron ellos, Los Encantos?, pues por sus Encantos Padres originarios. Esos sí son los que saben la verdad del asunto, de todo lo que vusté ve por allá y por acá, lo que ve en pleno día y lo que alcanza a medio ver de noche. Arrime pa'cá esa banca porque la conversa va ser larga, vaya y busque su ruana y su gorro de lana y me trae una mascada de chimú, y me le dice a su nona que nos prepare unos chocolaticos vaporosos, pa' sobrellevar esa ventisca tan fría que nos mandó la sierra. Pareciera que se enteró, la muy muérgana, que vamos a hablar de ella. Como le venía diciendo en otras conversas, aquella vez que me pirdí, ellos me lo contaron todo...
Fue entonces cuando Ufrasio se enteró de la verdad de Los Encantos -divinidades originarias, dioses de los andes- y la creación del mundo. Qué, en los inicios de los tiempos, ni la nada existía, ni materia ni luz, sólo Zuhé y Chía, los Encantos Padres, en armonía y perfecto equilibrio con lo inexistente. Cansados de tanto vivir en el mismo estado de perfección donde nada sucedía a no ser por la intervención de ellos mismos, decidieron un día crear al Universo. De Zuhé surgió en lo alto, el sol, y más allá, de Chía, emergió la luna; ambos repletos de mucha luz y energía. Tiempo después, la luna y el sol se separaron, y la luna pasó a ocupar el espacio del oscuro firmamento; pero un firmamento así carecía de magia, con sólo dos cuerpos aislados flotando y vagando en sus profundidades. En consecuencia, el dúo de dioses decidió hacerse de la compañía de otros cuerpos, y con sus creativos pensamientos le dieron vida a las estrellas y a muchos otros cuerpos celestes más. Todo era muy tranquilo, nada sucedía, nada se movía en la armonía universal ya existente, nada, absolutamente nada, cada objeto ocupaba el lugar donde apareció sin posibilidad de moverse, nada le ocurría, existía una absoluta tranquilidad en todo lugar donde permanecía una estrella titilante. Un universo así requería de dinamismo, por lo que Zuhé y Chía decidieron crear algo que les impregnara movilidad, algo que permitiera la interacción entre los cuerpos existentes, que les facilitara el intercambio de información sin necesidad de contacto directo. Algo que les posibilitara el acercamiento y el alejamiento para juguetear entre ellos, para, reunidos, formar sistemas más complejos. Fue cuando Chía dijo: “hágase la gravedad con el don de la atracción”. Zuhé, con su energía, les otorgó concreción a sus pensamientos, y las estrellas del cielo se aglomeraron y formaron constelaciones con diversos dibujos. Algunos de tales modelos estelares, con formas de montañas y picos, los replicó por estos lugares, y fue cuando aparecieron las dos sierras ondulantes que observamos a lo largo de la cordillera andina.
Al fin, el olor a mar de suave brisa liberada de
sus entrañas lejanas hace presencia en mi ser. Columnas fugaces de palmeras
compiten entre sí en el fondo del oleaje reventado en infinitas perlas blancas
y cristalinas, suspendidas por segundos extendidos sobre el rojizo redondel que
emana de la tarde, que lentamente se disipa. El jugueteo de las palmeras agota
su introito en la escena playera indicando que nos enrumbamos a nuestro destino
final. La tarde está fresca, quizás un poco más que de costumbre a pesar del
agotamiento del largo viaje desde tierras tan lejanas; pudo ser también la
suave sensación de la montaña que dejamos, que aún hace presencia en mis
sentidos para mantener el equilibrio orgánico. Tarde dócil y fresca, que incita
a libar las primeras espumosas en la taguara de costumbre a orilla de la vía;
previamente, nos metimos dos lamparazos del mejor miche andino que nunca
antes había saboreado, para entonar el cuerpo y aclarar la garganta, aunque el
canto no lo he practicado ni me llame la atención; pero la larga conversa que
nos esperaba esa noche, sí merecía unas cuerdas vocales bien preparadas.