domingo, 31 de octubre de 2021

Inquietudes de un Docente de Ciencias

 

Inquietudes de un Docente

de Ciencias

 y

su Entorno de Enseñanza

 


¿Por qué no hago experimentos en el aula ni en el laboratorio? No los hago porque no tengo el equipo de laboratorio de la universidad donde hice mi carrera; sí hubiese salido con un kit idéntico de física, química o biología, debajo del brazo, además de mi Título, otro sería mi cantar. Mi ilustre universidad me enseñó los conceptos, principios y leyes fundamentales de la ciencia; entendí a la perfección las leyes de Newton y Maxwell, sé de las leyes de Mendel, conozco y sé cómo sintetizar la aspirina, en qué se basa y como aplicar el cálculo diferencial e integral, al igual que el algebra y la geometría, la teoría evolucionista no me es ajena, he leído mucho sobre Humboldt y Darwin. Al pelo apliqué múltiples veces el teorema de Pitágoras, me preguntan sobre óptica y les desarrollo con destreza el funcionamiento del microscopio y el telescopio, les hablo del Hubble, de su estado actual y qué proyecto lo sustituirá, puedo seguir los principios de funcionamiento del microscopio electrónico de transmisión (MET) sin dificultad; sé que a Plutón lo degradaron, que ya no es un planeta, y que la sonda New Horizons lo está reivindicando. Estuve al tanto del descubrimiento del bosón de Higgs, la mal llamada partícula de Dios, y entiendo el cáliz de su trascendencia; también del aterrizaje de la mini sonda Philae sobre el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko en agosto de 2014. Estoy al día en mis conocimientos científicos, me siento actualizado, acabo de salir de la universidad; estoy loquito por aplicarlos en el aula. Ni se diga en pedagogía; interpreté muy bien las enseñanzas de Comenius, participé en seminarios sobre Morin, algo de Simón Rodríguez me enseñaron mis profes, monté estrategias sobre cómo enseñar la ley de inducción de Faraday, y un sin número de otros principios sin experimentos y simulaciones, que mi tutor me exigió, porque "nunca se sabe en qué liceo vas a caer"; y me fue muy bien en los cursos: aprobé. Me gustó mucho la Didáctica y todas sus ramas.  Me puñaleé las teorías pedagógicas a la perfección, y me considero experto en técnicas y métodos de enseñanza. Me gustaron las clases magistrales de sicología cognitiva, y cómo disfruté con las inteligencias múltiples de Gardner; este fue uno de mis seminarios preferidos. Y les podría seguir detallando algo más pero este espacio es limitado.

martes, 26 de octubre de 2021

En Búsqueda del Horizonte

              En Búsqueda del Horizonte 

                   Cercano                                                                 


  

Para Yálida Suárez



Al fin me decidí, después de darle tanta vuelta en mi mente, a prestarle atención a la inquietud que me mortificaba desde hacía rato. Empecé el viaje programado desde varios días atrás. Salí temprano de mi casa, cuando el sol recién asomaba sus primeros destellos por el borde del gran monte de la serranía. Dije, esta vez si tengo que llegar. Antes, el intento lo había hecho. Estuve caminando por las tardes a lo largo del camino que pasaba frente a la finca de mi papá, como ejercicio anterior para emprender la caminata que planeaba hacer. Aquel día por fin me decidí y arranqué, caminé tanto que no recuerdo cuánto; y de pronto, miro hacia atrás, y el techo de mi casa se habia esfumado. En ese momento sentí el primer temor verdadero de mi vida, me encontré sola e íngrima, sin ninguna alma caritativa que me ofreciera compañía, nadie se habia cruzado conmigo desde que habia partido. El sol aún no se había encaramado tanto en el cielo, pero ya me parecía que había pasado mucho, mucho tiempo. Sabía que, como era domingo, ese día la gente no trabajaba y se quedaba en casa descansando. Sin embargo, recuerdo que respiré profundo, muy profundo, como tres o cuatro veces para tomar aliento, como me recomendaba mi nono: “cuando vusté esté en dificultades y no jaye que hacer, respire profundo y verá mijita que eso rapidito se le pasa ”. Eso mismito lo hice y de inmediato el alma me llegó de nuevo al cuerpo. Seguí andando por el camino empedrao acompañado del trino de las aves y el rumor del arroyo que bajaba desde lo alto de la montaña que llevaba a mi lado. ¡Qué sensación más cautivadora la de haber formado parte, a edad temprana, del mundo natural donde se conjugaban los acordes melodiosos, de aquellos lindos seres del creador, con pinceladas multicolores revoloteando en mañanas del refulgente cielo andino!

viernes, 22 de octubre de 2021

Don Luis Zambrano

 

Del Pensamiento de Don Luis Zambrano a la Acción Pedagógica

  “No espere saber pa’ ponerse a hacer, póngase a hacer pa’ poder saber 

 

 El presente trabajo trata de la interpretación y análisis del pensamiento del Tecnólogo Popular Don Luis Zambrano, hombre de saberes llevados al plano experimental con la finalidad de contribuir con la solución de diversos problemas de la comunidad. Se eligió el pensamiento No espere saber pa’ ponerse a hacer, póngase a hacer pa’ poder saber por representar éste su principio de vida y porque consideramos que se puede aplicar en el plano pedagógico a fin contribuir con la enseñanza de la ciencia en la educación primaria y secundaria bolivariana. 

No espere saber…” es no esperar la realización de estudios especializados en una determinada área para emprender cualquier actividad; hay que realizarla de una vez para poder aprender y adquirir conocimiento a medida que se desarrolla. No es indispensable, según Don Luis, poseer un amplio conocimiento sobre un determinado tema para realizar un aporte en esa área; se requiere emprender la tarea y a medida que las dificultades se vayan presentando, se van analizando y solucionando. Así, se aprende al hacer.

Según Planchart (2007), este ilustre merideño resume el concepto que tiene sobre el saber en la siguiente frase: “El mundo del saber no hay que esperar que le llegue a uno, sino que uno debe irse arrimando al mundo del saber. Cuando usted sube el primer peldaño de la escalera no hay que permitir que se derrumbe. No mire pa’ bajo ni pa’ atrás. En el ejercer está el saber.” Concepción del saber que se concretiza en No espere saber pa’ ponerse a hacer, póngase a hacer pa’ poder saber”.

Don Luis Zambrano durante toda su vida fue un cultor del auto aprendizaje. Su origen humilde de familia andina campesina, su entorno intelectual propio de la época y las restrictivas características educativas de la localidad rural donde nació y creció, no fue impedimento para su crecimiento personal en búsqueda del conocimiento científico y técnico. Como hombre de inquietudes innovadoras, no esperó ir a la academia para obtener el conocimiento requerido en sus investigaciones experimentales habituales. Fue un asiduo constructor de saberes  en los espacios de la ciencia y la tecnología; en su constante búsqueda de la solución de los problemas prácticos de las comunidades andinas, fue su norte la preparación autodidáctica. No conocía la existencia del número pi  y no esperó saber pa’ ponerse… sino que con la agudeza propia de los investigadores más connotados de la época, lo redescubrió para dar respuestas a sus inquietudes relacionadas con los engranajes en rotación y aprovechar la energía hidráulica de las caídas de aguas para convertirla en trabajo mecánico y electricidad; no tenía a la mano el tornillo requerido para sustentar una pieza mecánica y con la maestría del mejor tecnólogo de academia lo diseñaba y construía. Su escasa escolaridad no constituyó barrera para inventar los más insólitos dispositivos mecánicos que competían con los importados y que eran de difícil adquisición en un país rural como el nuestro, en su época. Don Luis no esperó el Doctorado Honoris Causa que le otorgó tardíamente la Universidad de los Andes, para saber…; no, al contrario se puso “a hacer pa’ poder saber´… y dar así respuestas a sus inquietudes intelectuales. Esta frase sintetiza su filosofía del vivir, propia de un hombre en constante búsqueda de cómo incrementar la calidad de vida de sus coterráneos a través de la investigación y desarrollo tecnológico; nos abre un camino para seguir su ejemplo. 

Estas sabias enseñanzas de Don Luis, se encuentran diseminadas en la obra del ilustre pedagogo Samuel Robinson (SR), formador de la recia personalidad de nuestro Libertador. El primero lo aplica en tecnología, el segundo en educación. Igualmente, SR tampoco esperó tener a la mano un modelo pedagógico europeo o norteamericano para utilizarlo en su desempeño como maestro; al contrario, hizo propuestas a las autoridades caraqueñas para mejorar la enseñanza en la escuela primaria. Por eso y mucho más, sus enseñanzas pedagógicas constituyen uno de los pilares fundamentales del Nuevo Currículo Nacional Bolivariano que el MPPE prontamente implementará en el sistema educativo nacional.

Tal como Robinson, el pensamiento de Don Luis es pieza clave para el desarrollo de un modelo educativo cónsono con las necesidades educativas de los educandos en todos los subsistemas, desde el Inicial hasta Secundaria Bolivariana. El no espere… es el “o inventamos o erramos…; es  una filosofía de vida, una actitud para aprender, un método de aprendizaje, un método para enseñar; propio de la necesidad de conocer la naturaleza de las cosas, de cómo funcionan y cómo se interrelacionan con los demás componentes del todo. Pero esta necesidad por conocer y aprender como la sintió Don Luis, se puede convertir en un principio fundamental para enseñar, para educar construyendo, sin esperar al catedrático para que nos guíe y nos enseñe con su modelo importado y que ha probado en espacios educativos extraños a nuestros intereses nacionales y, por lo general, descontextualizados de nuestra realidad educativa. 

Las escuelas con sus estudiantes, maestros, personal y comunidad, tienen los espacios propicios para la aplicación de esta máxima (no espere…”). En particular, la enseñanza de la ciencia se puede abordar a partir de esta máxima, considerándola un axioma pedagógico.  

La enseñanza de la ciencia en nuestro sistema educativo se ha hecho, y aún se hace, exclusivamente en forma teórica. En los cursos que se imparten, no se prevé la búsqueda del conocimiento y el logro de destrezas y aptitudes a través de la manipulación de los objetos, sino que se hace énfasis en la “física, la química y la biología de tiza y pizarrón” y el libro de texto. En particular, los cursos de Física, Química y Matemática, aún se enseñan bajo el esquema de conceptos aislados y descontextualizados de la realidad. Según las directrices del Modelo Educativo Bolivariano la ciencia se debe enseñar bajo un enfoque abierto, flexible, contextualizado, y con una perspectiva inter y transdisciplinaria, compatible con los requerimientos de una escuela productiva e interconectada con el trabajo comunitario.

En consecuencia, en el proceso enseñanza aprendizaje de la ciencia es preciso que el maestro no espere… disponer en cada escuela de un laboratorio equipado con la última tecnología de punta, para desempeñarse. Al contrario, fundamentado en el “…póngase a hacer pa’ poder saber, que utilice todo su potencial creativo para diseñar estrategias metodológicas experimentales a fin de enseñar la diversidad de procesos, conceptos y leyes  presentes en el área de las ciencias naturales (física, química y biología).  Con material reutilizable, tal como hacía Don Luis Zambrano para concretar sus inventos, podría diseñar un laboratorio para la enseñanza, donde se aplique el método científico y dar así al estudiante, la oportunidad de explorar y observar, comparar y relacionar, inferir y argumentar; para realizar predicciones sobre el comportamiento del mundo natural mediante la elaboración de modelos científicos sencillos, acorde a su nivel cognitivo.

Con los Proyectos de Aprendizaje (PA), se tiene la oportunidad de aplicar el aprender haciendo que utilizó el hijo ilustre de Bailadores como principio de vida. Proyectos estos que deben ser interdisciplinarios para que los estudiantes aprecien las relaciones existentes entre las diferentes disciplinas. 

martes, 12 de octubre de 2021

La voz

 

La Voz

Aparece una voz que merodea su entorno y le cautiva su mensaje. Lo escruta y lo compara, empieza a descifrar sus códigos y siente que se asemejan a los suyos. ¿De dónde vienen? ¿Se escaparon del mundo de atrás, del mundo de alante, de aquel que casi olvida? Pertenecen al mundo interior que quiere ser atendido. Le presta atención y le parece que esos son. Es su voz interior que se hace sentir de esa manera. Resuena desde muy adentro. Le dice, acompáñate de ella. Esa voz vibra con cada pensamiento. Te reta a descubrirla, te invita a seguirla. Déjate llevar. Quiere que la plasmes en un axioma matemático, en un poema, en relatos de tu propia vida. Atiéndela, esa voz quiere hacerte compañía para decirte que eres tú mismo. Qué es tu fuero interno viajando por los tiempos. Es el haz y el envés de tu presente que te habla desde lo transcurrido y también del devenir. Cuando evocas, esa voz, arrastra sin sabores, penas y alegrías. Déjala corretear por donde quiere hasta que depure tu presente. Déjala sumergirse en lo que queda por venir y usa la imagen especular que te presenta. Esa voz, algunas veces se te escapa en tonos melodiosos y se sumerge en tu propia conversación. Y sientes que inunda tu ambiente y te susurra al oído. Déjala que le cante a los dioses del Olimpo y síguele el ritmo que te brinda. Baila con ella, tu voz. Invítala a que te narre sus caprichos, sus desavenencias, alegrías y sentires. Dile que te hable en castellano, que no te hable en prosa estilizada ni se vaya por la tangente, que te diga las cosas por sus nombres, tal como son. Si se te escapó es que quiere atender tus motivaciones. No la encierres de nuevo. No la mates. Síguela, te llevará al antes y al después. Y verás que el espectro temporal es sólo uno y aunque se despliegue en tres a cada rato, sí lo mantienes confinado en el presente, habrás entendido lo que es vivir.

sábado, 25 de septiembre de 2021

 

Gemelo Fractálico

Con el fuerte suspiro lanzado al aire, retomó sus pensamientos. La imagen duplicada recobró su memoria. Recordó cómo había revisado con esmero su semblante frente al espejo de laguna por el tenue rasgo que aquel día se asomó con timidez. El leve abultamiento que notó en el entrecejo lo remontó a la época que adoptó de punto cero, de referente. Se convirtió en su estigma. A partir de entonces ya la vida no sería igual, por vez primera se dio cuenta que había un antes y un después en su existencia e invisibilizó su rostro para siempre. No le hacía falta, porque podía verse a través de ojos ajenos donde gran parte de su mundo se encontraba reflejado y pasajes de su historia se encontraban escritos. La huella del entramado espaciotemporal comenzó a dejar sus rastros desde aquel instante crucial. Algunas veces lo vio pasar fugaz sin esperarlo, otras, en su regazo seguía su compás; muchas, se le perdía en las profundidades de lo anterior. Y cayó en cuenta de la estrecha relación que mantenía con su mundo interior, con sus pensamientos y emociones, y que cada uno de estos quedaba registrado en su semblante. La tersa imagen primaria grabada en su memoria fue transmutando en vertiente extendida sobre su noble faz; mientras, otra imagen como la suya permanecía inmutable en la lejana profundidad del Universo. Sin verse, podía seguir el historial de épocas vividas ubicadas en cada una de sus ramificaciones. Cada rasgo era la pieza precisa del gran rompecabezas que había armado con su vida, y era asiento de un relato que encajaba perfectamente con los adyacentes. Cada surco, cada estría, tenía su porqué en aquel rostro multi-líneas de estructura fractálica y guardaba una estrecha relación con el entramado epidérmico que se extendía con sobriedad sobre el enjuto rostro. Se evidenciaba una norma establecida con la edad. Lo sabía, conocía la historia de cada traza invisible para él, porque eran producto de su propia configuración. Pocas fueron impuestas, y escasas debido al azar. Previo a cada experiencia que tendría, sabía la ubicación precisa que tomaría en tan inusitado código facial. Desde aquel día nunca más se vio el rostro, pero lo precisaba con tantos detalles en su interior como imagen cuadridimensional, que trascendía su presencia visual ¿Y por qué lo hizo? Para congelarlo en su mundo interior y medir cualquier efecto que le sirviera de comparación; con la pretensión de lograr una dimensión más en lo faltado por vivir y liberarse de sí mismo a través de la trama temporal.

Entre tanto, su otra imagen, la que dejó escapar hacía más allá del inmensurable universo, deambulaba con la mínima afectación entre las redes espacio-temporales que encontraba a su paso. La lozanía que imperaba imperturbable sobre su cuerpo y faz, y la jovial sonrisa disimulada entre los destellos titilantes salpicando en su rostro, daba cuenta de las predicciones de la infalible Teoría.

sábado, 18 de septiembre de 2021

Cosmogonía de Los Encantos

 

Cosmogonía de Los Encantos

Capítulo XII 

de


El cuento que ahora le voy a echar mi querida nietecita Mave, tiene que ver con nuestros inicios. Hace mucho, pero muchisísimo tiempo que eso pasó, no sé hace cuántos segundos, como dice el profesor de su escuela que le contó a vusté la mesma historia con sus ojos de persona leída. Yo le digo que eso sucedió hace muchas lunas, cuando el sol no era sol ni la luna era luna, cuando no había nada, ni siquiera luz, menos nosotros. Ellos me lo contaron toitíco, ¿cómo se enteraron ellos, Los Encantos?, pues por sus Encantos Padres originarios. Esos sí son los que saben la verdad del asunto, de todo lo que vusté ve por allá y por acá, lo que ve en pleno día y lo que alcanza a medio ver de noche. Arrime pa'cá esa banca porque la conversa va ser larga, vaya y busque su ruana y su gorro de lana y me trae una mascada de chimú, y me le dice a su nona que nos prepare unos chocolaticos vaporosos, pa' sobrellevar esa ventisca tan fría que nos mandó la sierra. Pareciera que se enteró, la muy muérgana, que vamos a hablar de ella. Como le venía diciendo en otras conversas, aquella vez que me pirdí, ellos me lo contaron todo...

Fue entonces cuando Ufrasio se enteró de la verdad de Los Encantos -divinidades originarias, dioses de los andes- y la creación del mundo. Qué, en los inicios de los tiempos, ni la nada existía, ni materia ni luz, sólo Zuhé y Chía, los Encantos Padres, en armonía y perfecto equilibrio con lo inexistente. Cansados de tanto vivir en el mismo estado de perfección donde nada sucedía a no ser por la intervención de ellos mismos, decidieron un día crear al Universo. De Zuhé surgió en lo alto, el sol, y más allá, de Chía, emergió la luna; ambos repletos de mucha luz y energía. Tiempo después, la luna y el sol se separaron, y la luna pasó a ocupar el espacio del oscuro firmamento; pero un firmamento así carecía de magia, con sólo dos cuerpos aislados flotando y vagando en sus profundidades. En consecuencia, el dúo de dioses decidió hacerse de la compañía de otros cuerpos, y con sus creativos pensamientos le dieron vida a las estrellas y a muchos otros cuerpos celestes más. Todo era muy tranquilo, nada sucedía, nada se movía en la armonía universal ya existente, nada, absolutamente nada, cada objeto ocupaba el lugar donde apareció sin posibilidad de moverse, nada le ocurría, existía una absoluta tranquilidad en todo lugar donde permanecía una estrella titilante. Un universo así requería de dinamismo, por lo que Zuhé y Chía decidieron crear algo que les impregnara movilidad, algo que permitiera la interacción entre los cuerpos existentes, que les facilitara el intercambio de información sin necesidad de contacto directo. Algo que les posibilitara el acercamiento y el alejamiento para juguetear entre ellos, para, reunidos, formar sistemas más complejos. Fue cuando Chía dijo: “hágase la gravedad con el don de la atracción”. Zuhé, con su energía, les otorgó concreción a sus pensamientos, y las estrellas del cielo se aglomeraron y formaron constelaciones con diversos dibujos. Algunos de tales modelos estelares, con formas de montañas y picos, los replicó por estos lugares, y fue cuando aparecieron las dos sierras ondulantes que observamos a lo largo de la cordillera andina.

jueves, 19 de agosto de 2021

Aventura y desventura

 

Aventura y desventura

de 

dos físicos viajeros

 

Parque Nacional Morrocoy

A Raúl Echeverríacompañero de viaje. 

Acto I

Al fin, el olor a mar de suave brisa liberada de sus entrañas lejanas hace presencia en mi ser. Columnas fugaces de palmeras compiten entre sí en el fondo del oleaje reventado en infinitas perlas blancas y cristalinas, suspendidas por segundos extendidos sobre el rojizo redondel que emana de la tarde, que lentamente se disipa. El jugueteo de las palmeras agota su introito en la escena playera indicando que nos enrumbamos a nuestro destino final. La tarde está fresca, quizás un poco más que de costumbre a pesar del agotamiento del largo viaje desde tierras tan lejanas; pudo ser también la suave sensación de la montaña que dejamos, que aún hace presencia en mis sentidos para mantener el equilibrio orgánico. Tarde dócil y fresca, que incita a libar las primeras espumosas en la taguara de costumbre a orilla de la vía; previamente, nos metimos dos lamparazos del mejor miche andino que nunca antes había saboreado, para entonar el cuerpo y aclarar la garganta, aunque el canto no lo he practicado ni me llame la atención; pero la larga conversa que nos esperaba esa noche, sí merecía unas cuerdas vocales bien preparadas.

viernes, 13 de agosto de 2021

Los juguetes

Los juguetes

El tubo reemplazó mis columpios de Mene Grande. Aprendí a caminar descalzo en su lomo para minimizar las caídas; me di cuenta de la necesidad de levantar ambos brazos en cruz para lograr y conservar el equilibrio. Elogiaba con asombro las peripecias de mi amigo Guillermo “Pajarito” Morales, experto en encaramarse de un salto, para caminar y correr por el tubo como el mejor malabarista de circo. Fue necesario la práctica mesurada en su parte baja para adquirir cierta destreza y la confianza necesaria para aventurarme luego en alcanzar y traspasar el sector más profundo del cenagal, hasta llegar cerca de la fábrica láctea Indulac. En esa época eran contados los bombillos que iluminaban la calle. El Señor Guillo, vecino del frente, nos surtía de electricidad en calidad de alquiler para iluminar el interior del rancho con un solo bombillo, con la condición de apagarlo temprano; además, el presupuesto de papá no daba para pagar otros más. El resto de vecinos hacía lo mismo. En consecuencia, la calle El Tubo muy temprano quedaba en tinieblas y me servía para el deleite del cielo nocturno del pueblo; me acostaba boca arriba sobre el tubo y así permanecía largos ratos contemplando las incrustaciones titilantes de la oscura bóveda de allá arriba, mientras las contrastaba con la infinitud de lucecitas intermitentes en el fondo del montarascal. Quizás esto definió en parte mi profesión futura.

martes, 10 de agosto de 2021

El Escalante

 El Escalante

El río Escalante separando a Santa Bárbara de
San Carlos, las ciudades gemelas.

Cada vez que, desde los puentes de Santa Bárbara atisbo al Escalante, mi memoria se embelesa en los recuerdos. La inmediatez de sus orillas con mi rancho me estampó su encanto al compás del diario cruce rumbo a las aulas del liceo. Y vienen por mí sus ocres aguas horizontales, tranquilas y silentes en reclamo del chapuzón y el “clavao” desde la orilla de la mata de lara de la Glorieta, que ofertaba su ramaje, tal cuerda o trampolín, para las peripecias infantiles. Cada muchacho de entonces tenía su orilla preferida en la franja beige del río, para contemplar la estela triangular ondulante formada en su lecho y la llegada de sus vaivenes a la rivera, cada vez que lo transitaban las canoas lecheras rumbo a la Indulac. Cada quién tenía su sitio de lanzamiento durante la aventura de alcanzar la orilla opuesta y retornar a nado sincronizado con la última bocanada de aire.  Otras veces, se usaba como estación de lanzamiento del anzuelo repleto de nata desechada de la fábrica láctea en búsqueda del bagre, el pámpano o el paletón de la cena. Muchos barcos de papel sucumbieron en sus aguas al tratar de cruzar su cauce; desconozco cuántos volantines hundieron sus recados antes de alcanzar la orilla de San Carlos, no contabilicé tras cuántos rebotes las lajas danzarinas se sumergían en sus aguas. Sí contemplé, cómo muchos discos metálicos de los potes de leche de la Indulac, cual platillos volantes, lograban franquear su anchura y alcanzar la orilla opuesta. También presencié, cómo Pajarito traspasaba sus barreras a nado limpio sin cansarse.

sábado, 7 de agosto de 2021

El amigo compadre





El Amigo Compadre

Dibujo "Los dos compadres" según Emily Escalona.


Al Compadre Gerardo Sánchez Porras

¡Qué felicidad tener un compa, como mi Compadre! La vida de cualquier persona cambiaría, como pasó con la mía. La mía se transforma; sin mi compa, no sé, hacia qué punto cardinal la hubiera enrumbado la fuerza del destino; pero llega mi Compadre, cargado de vivencias centrales y llaneras, y se despeja el camino. Con mi compa aparecen los primeros intercambios de inquietudes, contrastación de primeros saberes científicos e impostergables invitaciones para resolver las aparentes incongruencias encontradas en los textos bajo la lámpara de estudio nocturna del momento; o frente al velador del bar de prado verde montaña arriba, bajo mi iniciática fría espumante, servida en espacios claroscuros imbuidos en niebla de cigarro, entremezclada con vaho ardiente de licor de mesas aledañas, y el estruendoso cierre intempestivo de dominó de acción inesperada, donde casi siempre, él tenía las de ganar. 

jueves, 5 de agosto de 2021



El reloj
La regularidad del tictac que escuchó con claridad y persistencia llamó su atención. Lo llevó directo al viejo baúl que se guardaba con esmero debajo de la cama. Desconocía su interior y nunca se había atrevido a preguntar. Nadie de la casa mencionaba su existencia. Se hizo de maña y encontró la llave marcada con la herrumbre de tres generaciones que la habían sostenido alguna vez. Con sumo cuidado apartó la foto sepia de sus antepasados que lo estaba tapando, y tomó entre sus manos aquel redondel de opaco brillo metálico que supuso era la causa de la osadía emprendida. La sensación de frio que sintió entre sus manos lo conectó con los cuentos de su abuela y pensó dejarlo de una vez en el lugar de resguardo. Sin embargo, con esmero lo colocó sobre la vieja peinadora de cedro frente al espejo, que a pesar de lo transcurrido aún se atrevía a formar imágenes de objetos que le ponían al frente. ¡Mayúscula sorpresa!, los números se mostraban al revés. Tal visión, más los relatos escuchados sobre aquella habitación, le crisparon los pelos y decidió devolver el dispositivo a su lugar de origen. Lo hizo, y colocó la llave en la misma orientación que la encontró.

miércoles, 4 de agosto de 2021

La Ceiba

 La Ceiba de El Moralito

Para Gabriel

En la ventana, la brisa bamboleaba la cinta verde lanceolada de la mata de coco que desenrollé del bolsillo para tal fin. Con eso me divertía un poco durante el corto viaje del Cuarenticinco al Moralito. Varía veces habíamos hecho el recorrido, sentados del mismo lado del autobús. También me entretenía con las ráfagas de arbustos y árboles cercanos que se perdían de mi vista en un relampaguear; con el movimiento acompasado de los más distantes, o con aquellos perezosos atados al lejano horizonte azulado. Me embelesaban las formas geométricas de sus copas, unas redonditas como las naranjas de mi patio, otras cónicas como el cucurucho de bijao que algunas veces me elaboraba para sentirme de mayor estatura. Me gustaban las jugadas al escondite que constantemente hacían a medida que el autobús avanzaba por la vía. Con el vaivén de mi manita los saludaba desde el inicio de mi viaje; parecía que los conocía desde siempre. Al verme, el alborozo se formaba; los cercanos enloquecían con el movimiento estrepitoso de sus ramajes y los aplausos escapados del golpeteo de las hojas; los distantes me seguían con las tenues

lunes, 2 de agosto de 2021

El Poeta


El amigo poeta

Al Poeta Alexis Fernández

 

Es una bendición al alma tener un amigo poeta. Se despiertan y agudizan los sentidos con sus sinceros entusiasmos por el mundo. A mi pana poeta, nada le es ajeno y todo el universo circundante le impresiona, le motiva y le conmueve; vive de asombro en asombro, de búsqueda en búsqueda, de indagación en indagación. Contemplación y éxtasis pernoctan en mi amigo poeta. No se amilana por las pequeñeces de la vida, donde siempre ve aprendizajes. Se aprende a valorar y adorar la belleza y a sentir el placer que transmite, con un amigo poeta al lado de la existencia; quién comparte con emoción sus inquietudes y las plasma con sencillez y profundidad. Mi amigo poeta incursiona en lo natural y reivindica sus bondades;

El arcoíris




Para Paola 

El viento acariciaba los cacheticos de Aya al vaivén del bamboleo del tren que la llevaría al Veintidos. Jugueteaba feliz con las ráfagas intermitentes que alborotaban las crinejas de Peti, su muñeca de trapo carisucia que había logrado llevar consigo a escondida de Mamá. De tanto sentir los batidos sobre su cinturita se recostó en tan cariñosos brazos maternos. De pronto, sintió que pegó un salto a través de la ventana y desde un lado de la vía, veía la traza de humo gris ascendente que se diluía con aquel tren de la mañana, traqueteando y esfumándose sobre los rieles, mientras penetraba en el verdoso manto vegetal de la sabana. Ni una pizca de temor sintió sobre su cuerpo. Cuando apretó contra sí los brazos entrecruzados, notó la ausencia de Peti y la preocupación la puso en sobresalto. Miró a hacia atrás y la visualizó haciendo maromas sobre uno de los rieles, invitándola a seguir. Corrió tras ella saltando entre los durmientes para atraparla, hasta que de repente la detuvo el destello multicolor que la empapaba desde un lado del camino. El resplandor zigzagueante desparramado en todas las direcciones la embelesó tanto, que se sumergió entre sus tonalidades para alcanzar la fuente de su origen. Un manto tornasol caía a pocas varas de la vía férrea. Su agua de luz en ráfagas intermitentes la bañó por completo y observó con asombro que Peti tomaba su colorido. Cuando trató de asirla entre sus brazos, se percató que sus propios deditos destellaban los mismos pigmentos que volaba por los aires. Contempló su reflejo en el fondo del cuenco de la pequeña laguna que recogía los colores de la cascada, y notó también en sus cabellos las mismas tonalidades; tenían tintes iridiscentes en franjas verticales como las que caían del cielo.

domingo, 1 de agosto de 2021

El Tren del 22

 

El Tren del 22

Ferrocarril de Santa Bárbara-El Vigía
(década de 1920 – 1930)

Hace años existió un pequeño y próspero caserío de casas de bahareque, horcones, techo metálico y palma real en la vía férrea surlaguense, con una docena de negocios de diverso uso comercial de la época. Fundado, como otros más, para estación de embarque y desembarque en el largo camino construido sobre la verde sabana tendida desde el pie de monte andino hasta las riveras del inmenso y caudaloso río. Esa fue la primera marca profunda que quedó grabada para siempre sobre el semblante de la sabana; donde tendieron una larga, muy larga y sinuosa escalera acostada sobre el paisaje tupido de arbustos y árboles tan altos, que la vista se quedaba corta para descubrir las últimas ramas de las copas.

 Levitando sobre la prolongada y angosta vía férrea que sigue los claros del montarascal, aún ondula una larga oruga quebrada en porciones exactas, con bamboleos lentos y armoniosos sincronizados con el avance. En cada estación exhala su vaporoso gemido y se dispone a reposar mientras espera el aborde del gentío presuroso que la aguarda. Cumplido el encargo, parte glamurosa al encuentro de la próxima estación, y así, entre paradas y arranques, bañada de vapor y tizne del fogón y la caldera, llega a su estación matriz a orilla del río que sin prisa la espera, para dar pie a la descarga y a la carga. 

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